la mera definición de seguridad en muchos casos se torna dificultosa por el componente subjetivo que el término en sí engloba. No obstante, rápidamente se citará la seguridad como una necesidad estrechamente ligada al bienestar. El propio Maslow, uno de los máximos exponentes de la psicología humanista, sitúa en su famosa pirámide esta necesidad del ser humano inmediatamente seguido a otras tan básicas como puedan ser las puramente fisiológicas.
Ese pensamiento debió de ser a buen seguro el que motivó la creación de los primeros cuerpos policiales a lo largo de la historia.
Los inicios de la policía en Euskal Herria son confusos. Celadores, prebostes, cuadrilleros, camineros... pueden ser considerados todos ellos antecedentes de posteriores organizaciones de mejor estructuración vinculadas en su mayoría a las diputaciones, las cuales, desde finales del siglo XVIII, se encargaron de formar una serie de cuerpos armados dependientes de ellas y cuyas funciones eran el mantenimiento del orden público y la administración provincial.
El 29 de setiembre de 1784 aparece documentado el establecimiento de una Partida Volante en Bizkaia compuesta por 8 hombres y un cabo al mando de estos, pudiéndose considerar este el primer inicio documentado de la policía foral en Bizkaia. De igual forma encontramos el reglamento redactado por la Diputación General del Señorío de Vizcaya en 1801 y las referencias que en él se hacen al término policía y a sus labores, muy especialmente en la figura de los celadores de barrio, que es como se vinieron en llamar los primeros no militares encargados de mantener el orden en los cuatro distritos en los que se dividió para tal fin Bilbao. En Gipuzkoa, la figura de lo que posteriormente se identificaría con el nombre de miqueletes aparece ligada en un principio a las milicias encargadas de velar a finales del siglo XVIII de la frontera franco-hispana en las localidades de Irun y Hondarribia. La Guerra de Convención entre España y Francia (1793-1795) fue el condicionante para la activación de milicias guipuzcoanas, si bien acabada la contienda, a partir de 1796 y con la desmovilización militar, estos se dedicaron a la persecución de malhechores, con continuas apariciones y desapariciones de la vida pública siempre sujetas a presupuestos e intereses puntuales, antes de su reglamentación y adscripción definitiva como personal no militar a la Diputación de Gipuzkoa. Es así como el 24 de septiembre de 1839, la Diputación Foral del territorio crea el cuerpo de Celadores de Protección y Seguridad Pública, que no será hasta 1844 cuando pasen a denominarse Cuerpo de Miqueletes de Guipúzcoa.
Cuadrilleros de hermandad Araba no es ajena en este sentido a la creación de su propio servicio de seguridad. El 23 de noviembre de 1793, la Junta General del territorio, aprueba un decreto ordenando que se persiga a los ladrones, vagos, contrabandistas y malhechores. A tal efecto, se constituyó una compañía de 33 Cuadrilleros de Hermandad para el control del orden público.
La evolución de la seguridad en Nafarroa y los territorios de Iparralde es ciertamente diferente en este sentido. En el caso de Iparralde, la Revolución Francesa de 1789 se encargó de abolir cualquier vestigio foral en los territorios vascos del norte impulsando una centralización que dura hasta nuestros días. Es así como salvando las atribuciones de alcaides y lugartenientes, la seguridad en Iparralde se ve centralizada en la administración parisina.
La creación de un cuerpo estructurado en el caso de Nafarroa para todo su territorio foral, es mucho más tardía que en los territorios de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Si bien, y al igual que en el resto de territorios, se recogen como antecedentes con funciones de carácter policial a merinos, alcaides y hermandades desde la Edad Media, no será hasta el 30 de octubre de 1928, cuando la Diputación Foral de Navarra cree la Policía Foral bajo el nombre de Cuerpo de Policía de Carreteras, con atribuciones en la vigilancia de vías y la inspección de los impuestos forales.
La evolución de los diferentes cuerpos de policía foral en el siglo XIX está sujeta a continuas apariciones y desapariciones en función siempre de presupuestos y necesidades. Otro nexo común a todas ellas es el continuo cambio de nombres a lo largo de la historia, destacando en este punto el caso de la policía foral de Bizkaia, la cual aparece referida en diversos documentos como Miqueletes, Miñones y más tarde con el nombre genérico de Policía Foral de Vizcaya.
En España, el 13 de mayo de 1844 se crea la Guarda Civil, que con ánimo centralizador es puesta en marcha por Francisco Javier Girón, duque de Ahumada, a fin de desplegarse por todos los territorios peninsulares de forma unificadora. No obstante, es tal el arraigo y buen hacer de las policías forales vascas y la identificación de la población con ellas, que el intento de desmantelamiento de las mismas en Euskal Herria tiene que ser abortado, hecho este reconocido incluso en documentos internos del instituto armado.
Ya en el siglo XX, el alzamiento fascista de 1936 y la posterior Guerra Civil, supondrá el fin de las policías forales de Bizkaia y Gipuzkoa tras la derogación del Concierto Económico por decreto de ley del 23 de junio de 1937, siendo el golpista Gil Yuste como general-jefe del Ejército del Norte tras la muerte de Mola, el encargado de la disolución de dichos cuerpos bajo la acusación de no haber apoyado el alzamiento. Distinta suerte corrieron el cuerpo de Miñones de Álava y la Policía Foral Navarra. El apoyo mayoritario al golpe en sus respectivos territorios, sirvió para que en mayor o menor medida continuaran su existencia hasta nuestros días.
Ertzaña, la policía de Euzkadi El 4 de octubre de 1936 se promulgó el Estatuto Vasco de Autonomía, constituyéndose de este modo el primer Gobierno vasco de la historia.
El nuevo Gobierno, con José Antonio Aguirre a la cabeza y pese a estar la mayoría de los territorios vascos del sur ocupados por los golpistas, llevó a cabo infinidad de iniciativas en un tiempo récord, entre ellas la del mantenimiento del orden.
El mismo mes de octubre de 1936, el Departamento de Gobernación del Gobierno de Euzkadi, bajo la batuta de Telesforo Monzón, y a fin de sustituir a las disueltas Guardia Civil y Guardia de Asalto, creó la Policía de Orden Público y la Ertzaña. Si bien esta última fue creada como policía común para todos los territorios de Hegoalde, solo llegó a tener implantación en Bizkaia por encontrarse el resto de territorios ocupados por los golpistas.
La Ertzaña (erri-zaña), término este acuñado por el escritor y poeta Estepan Urkiaga Lauaxeta, se conformó casi en su totalidad con jóvenes voluntarios y militantes del PNV, y pese a su precipitada constitución, llegó a agrupar a 900 hombres divididos en dos secciones: una de a pie de 500 miembros bien entrenados y armados, y otra motorizada, Ertzain Igiletua, compuesta por 400 miembros más que se desplazaban en vehículos, en su mayoría motocicletas. Tomada Euzkadi por las tropas golpistas y acabada la contienda en España, la dictadura del general Franco, no se molestó en disolver la Ertzaña. La no consideración del Gobierno vasco como legítimo, hizo que de facto se diera esta por extinta o no existente.
Tuvieron que pasar 43 años de dictadura y conculcación de derechos, para que se recuperara el proyecto de una policía común para todos los territorios vascos del sur, si bien Nafarroa seguiría en este sentido su propio camino.
Muerto Franco, antiguos militantes y resistentes del PNV durante la dictadura, como era el caso de Luis María Retolaza, vieron la necesidad de ir sentando el embrión del renacimiento de aquella policía común a toda Euzkadi, el renacimiento de la Ertzaña.
Es así como a finales de 1980, el recién constituido Gobierno vasco, con Retolaza como consejero de Interior, decide comprar el abandonado pueblo de Berrozi en Araba y comenzar en él, no sin poco revuelo, el entrenamiento de escasas tres docenas de jóvenes militantes del PNV en técnicas de asalto y defensa. Para ello, y aprovechando contactos establecidos durante sus años en la resistencia, no duda en ponerse en contacto con miembros de las SAS, fuerzas especiales inglesas, iniciándose así lo que fue el antecedente más inmediato de la actual Ertzaintza después de la dictadura.
La semilla estaba sembrada, Berrozi había constituido el germen de la nueva policía para tres de los territorios de Euskal Herria. Poco después, se acondicionarían de manera precaria unas instalaciones en el pueblo de Arkaute y es así como el 1 de febrero de 1982 se cita allí a los primero agentes que conformarán la primera promoción de la actual Ertzaintza, 603 hombres (las primeras mujeres no se incorporaron hasta marzo del 83 en la segunda promoción), que no empiezan con muy buen pie ya que debido al temporal reinante y a la falta de medios se ven obligados a postergar su ingreso en la academia hasta el día 7 febrero. De aquellos momentos de incertidumbre política y violencia en el que aquellos primeros agentes supieron suplir sus carencias con empeño e ilusión, hasta nuestros días, han pasado 35 años y 96.000 aspirantes. Será precisamente en estas fechas cuando la mayoría de aquellos primeros ertzainas dejen sus labores profesionales para dar paso a nuevos jóvenes que puedan continuar con la simiente de lo que nació hace 80 años como uno de los pilares básicos del autogobierno de una parte de Euskal Herria.
Katea ez da eten!