Hoy toma posesión de su nuevo cargo Nekane Balluerka. A partir de ese momento quien hasta ahora ha regido los destinos de la UPV/EHU, Iñaki Goirizelaia, le pasará el testigo y ella será nuestra rectora. Acaba así su etapa el rector que durante más tiempo -dos mandatos prácticamente completos: ocho años- ha permanecido en ese puesto.

El equipo que se hizo cargo de la universidad en enero de 2009 tuvo que hacer frente, en primer lugar y de manera urgente, a la implantación de los estudios de grado de acuerdo con las normas que en España hubo que cumplir para la incorporación al espacio europeo de educación superior. No era tarea fácil, porque todos los cambios académicos de ese tipo generan fuertes debates en la comunidad universitaria; sin embargo, se hizo en el plazo previsto y se hizo bien. Durante estos años, además, los estudios de posgrado -máster y doctorado-, han experimentado un progreso espectacular en nuestra universidad, tanto en la magnitud de la oferta como en su calidad. Y lo que es quizás más importante, proporcionan a la UPV/EHU una proyección internacional sin precedentes.

El rector se propuso modificar la estructura de los centros de la universidad, agrupando los que eran afines. La reordenación perseguía racionalizar la estructura académica, mejorar la visibilidad de nuestra actividad docente e investigadora y, sobre todo, articular un sistema de centros que ayudase a generalizar y mejorar la actividad investigadora en todas las áreas académicas y sectores. Y contra el pronóstico de muchos -entre quienes me encontraba- tuvo éxito en su propósito; fue capaz de superar las dificultades lógicas de un proceso complejo, en el que había intereses enfrentados dentro de la comunidad universitaria. Pero ese no era el primer obstáculo de ese calibre que salvaba el rector. Unos años antes había cosechado un éxito similar con la reforma de los Estatutos. El grado de acuerdo alcanzado en el Claustro que votó la nueva norma no se había cosechado nunca antes en un asunto de tanto calado.

A lo largo de estos años se ha duplicado nuestra actividad investigadora y, sobre todo, ha progresado la investigación de calidad; como revela el número de las publicaciones en revistas internacionales de gran prestigio. Se doctoran hoy muchos más graduados que hace ocho años: aproximadamente el doble. Además, se han establecido más relaciones de investigación con el tejido económico y social que nunca. El crecimiento en estas áreas ha sido espectacular.

Y como consecuencia de las mejoras en investigación (sobre todo) y también en docencia, por primera vez en nuestra no tan dilatada historia, la UPV/EHU ha sido incluida en los rankings internacionales de calidad académica: llevamos un lustro en el de Shangai y desde hace unos meses se encuentra entre las 150 mejores universidades jóvenes del mundo (según el Times Higher Education). Estos reconocimientos son de gran valor, porque son internacionales -y, por ello, independientes de influencias e intereses próximos- y porque son muy prestigiosos.

El progreso experimentado por la UPV/EHU durante el mandato del rector Goirizelaia tuvo también reflejo en la concesión, por parte del gobierno español, de la distinción del Campus de Excelencia Internacional a la agregación estratégica formada por la universidad, el Donostia International Physics Center y la Corporación Tecnológica Tecnalia. Dicha distinción conllevó la creación de la Fundación Euskampus, una herramienta al servicio del conocimiento y su proyección social de gran valor para nuestro país.

La lista de logros que podría reseñar aquí es larga (EHUalumni, Plan de Desarrollo de los Campus, Parque Científico, crecimiento del número de tesis doctorales, progreso de la oferta docente en lengua vasca, asignaturas impartidas en inglés y muchos más) pero me he querido limitar a destacar lo más sobresaliente, cuestiones decisivas para una universidad de nuestro tiempo. La gestión de Iñaki Goirizelaia y de los equipos que le han acompañado durante los últimos ocho años en esas áreas nucleares ha arrojado unos resultados magníficos. Nada es fruto de la casualidad. Ello se ha debido, en gran parte, al liderazgo del rector, a su empuje, dedicación e ideas. En el día que deja el cargo, hay que darle la enhorabuena por ello y, sobre todo, hay que agradecer su entrega. Lan bikainagatik eskerrik asko, Iñaki!