Madrid - Así las cosas, la investigación sobre la desaparición de Diana Quer en A Pobra do Caramiñal (A Coruña) se encuentra encallada un mes después de perderse el rastro de la joven madrileña de 18 años, una situación que ha llevado a los especialistas de la Guardia Civil a volver a revisar las pesquisas obtenidas sobre testigos, feriantes, matrículas de vehículos y señales de teléfonos móviles. La Guardia Civil “sigue en busca de la pista que conduzca a un sospechoso sin descartar ninguna hipótesis”, según consta en el balance de situación tras un mes sin rastro de la joven.

En este tiempo, se han realizado más de 200 entrevistas y un centenar de declaraciones, lo que revela la complejidad de un caso en el que la Guardia Civil ha cotejado la información de 15.000 matrículas de vehículos -la mayoría de baja calidad- y analizado numerosos móviles y repetidores para escudriñar la señal y el tráfico de los terminales, incluyendo el de los padres, Diana López-Pinel y Juan Carlos Quer.

La Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Noia y la Unidad Central Operativa (UCO) vuelven a escudriñar cada detalle en un caso en el que se están empleando todos los recursos. “Todas las desapariciones son diferentes e igualmente importantes para las fuerzas de seguridad y se emplean los medios que cada caso precisa”.

La intensidad de la búsqueda se pone de manifiesto con las gestiones de las fuerzas de seguridad: se ha tomado testimonio a los amigos de Diana en A Pobra y en Madrid; a las personas que frecuentaron el bar de este pueblo coruñés donde fue vista la noche que desapareció; se han chequeado hospedajes y recabado testimonios de un sinfín de conductores de taxi, autobuses y trenes; realizado gestiones con talleres mecánicos por si hubiera sufrido un atropello; obtenido imágenes de cámaras de semáforos y carreteras como la AG-11 y la AP-9; controlado embarcaciones de recreo y rastreado puntos de difícil acceso como cuevas y acantilados.