Sabin Arana Beaskoetxea, el discreto cocinero del Jolastoki de Getxo
Bilbao - En próximos días, se cumplirá uno de los deseos del recordado cocinero getxotarra Sabin Arana Beaskoetxea, quien falleció el pasado 9 de diciembre. La familia y amigos se sentarán a una mesa en La Arboleda a comer una sabrosa alubiada. Durante el tiempo en el que el chef vizcaino estuvo ingresado dijo a los suyos que era su ilusión al salir el hospital.
Sabin Arana Beaskoetxea nació el 29 de noviembre de 1968, residió toda su vida en Getxo al calor de una familia que mimó y mima los fogones del restaurante Jolastoki. Fue el hijo menor de tres hermanos. Su padre, de quien heredó el nombre, era de Getxo y su madre, Begoña Beaskoetxea, es de Derio, del restaurante Artebakarra. Sabin aita y Begoña fueron el cocinero y la maitre del Jolastoki. Sabin hijo formaba parte de la tercera generación de este establecimiento hostelero familiar.
Una Semana Santa conoció a una joven donostiarra y se enamoraron. Ella es Arantza Bengoa. Contrajeron nupcias en la capital guipuzcoana y trabajaron juntos en el Jolastoki. Arantza continúa en el proyecto familiar y se emociona, como es lógico, al hablar de su marido, quien mejoró sus conocimientos de casa en las cocinas de Las Rejas (Las Pedroñeras, Cuenca) con Manuel de la Osa, y en El Celler de Can Roca (Girona), declarado mejor restaurante del mundo en al menos dos ediciones. El matrimonio tuvo dos hijos: “Iker e Irati a los que su aita adoraba y quería con locura”.
A Arana le gustaba la forma de cocinar de su padre. De él aprendió muchísimo. Abogaba por dar platos de temporada, aportar a sus comensales los mejores productos del momento, por ello, a día de hoy, continúan teniendo en cada estación del año los productos que corresponden. “La forma de ser de Sabin era maravillosa, en él destacaba su sencillez, discreción, muy amigo de sus amigos, así como muy familiar, muy de los suyos, de todos nosotros”, enfatiza Arantza.
La triste pérdida se produjo el 9 de diciembre y el 12 del mismo mes, familia y amigos le rindieron un homenaje muy personal en Artebakarra, donde depositaron sus cenizas, donde descansan las de su aita y se plantó un haya en su honor. Durante la misa leyeron una emotiva carta dedicada por sus amigos y sonaron tres de sus canciones favoritas: el himno del Athletic, el Hotel California, de Eagles y Xalbadorren heriotza, de Xabier Lete.
Sabin pertenecía a la Asociación de Hostelería de Bizkaia y era uno de los 29 cocineros vizcainos de la agrupación Geugaz Jan. Con él, el Jolastoki ha estado muy involucrado en causas sociales de la vida de Getxo, por ejemplo, invitaba a chocolatadas en la noche víspera de San Juan, en Santa Águeda, en Navidad... a los niños del barrio.
Además colaboró con la asociación Síndrome de Sanfilippo, en la experiencia Sanfilippo Cooking Night, un cóctel solidario que se realizó por los considerados 28 mejores chefs vizcainos bajo el lema Saborea ilusiones, el 6 de mayo del pasado año. También fue jurado del concurso de pintxos Bilbao Bizkaia.
El restaurante Jolastoki está dirigido en la actualidad por la tercera generación de la familia Arana. La cocina continúa con el equipo formado por Sabin cuando él tenía que viajar para promocionar la cocina vizcaina fuera del país. El germen de tan bonita trayectoria arrancó en un típico merendero que ya se denominó así en 1921, en la Avenida de los Chopos, gracias a las manos de amama Bixenta.
REFORMA Y TRASLADO En 1953, Sabin aita hizo una importante reforma y ampliación del local convirtiéndolo en restaurante. Ocho años después, junto a su esposa Begoña, del txakoli Artebakarra de Derio, comenzó a tener una categoría que lo acabaría situando como referente de la cocina vizcaina.
Llegaron los años 80. En 1984, decidieron trasladarse a un chalet de estilo vasco ubicado a 300 metros del primigenio emplazamiento. En 1995, abrieron la Taberna 94 con menú del día y una terraza aclimatada. Dos años después, falleció Sabin aita y fue entonces cuando la tercera generación asumió la dirección junto a Arantza. Al año siguiente, Itxaso Arana y Sabin Arana fueron elegidos Jóvenes valores de la Cocina del País.
Tanto Sabin hijo, como el resto de la familia han sumado más premios, “pero a él no le gustaba hablar de ello. Era, discreto, sencillo”, comenta Arantza y concluye: “Le echamos mucho de menos en todos los momentos del día y de la noche, pero siempre estará con nosotros ya que los recuerdos que nos ha dejado son maravillosos. Conocer a Sabin, estar juntos 27 años de nuestras vidas y tener a nuestros dos hijos es el mayor regalo que te puede dar la vida”.