"Soy una enferma mental pero soy normal"
Mujeres con desorden psiquiátrico reivindican no ser discriminadas El Día Mundial de la Salud Mental intenta visibilizar su problemática
Bilbao - Entre un 1% y un 2% de la población padece una enfermedad mental grave, pero cuando se trata de un desorden psiquiátrico, el sexo también marca diferencias porque las mujeres sufren una doble discriminación. Rosa, Marian o María dan la cara hoy en DEIA a solo 48 horas del Día Mundial de la Salud Mental y junto a ellas se confiesa Edurne Sodupe, vicepresidenta de Avifes, la Asociación vizcaina de familiares y personas con enfermedad mental.
Y es que si es una mujer la que presenta un trastorno mental, el estigma que la persigue es mayor. Rosa, diagnosticada de esquizofrenia desde 2010, asegura que las mujeres con este problema sufren un doble inconveniente. “En el mundo de la mujer la enfermedad mental ha estado más aislada porque se ha interiorizado”. “Aunque yo no voy por la vida diciendo que soy esquizofrénica. Soy una persona normal que hace vida normal”, reivindica Rosa.
Los expertos aseguran que las diferencias en la forma en que mujeres y hombres internalizan y externalizan las emociones explican las variaciones de género en las tasas de los problemas de salud mental. Las mujeres con ansiedad son más propensas a mantener sus emociones dentro, lo que puede llevar a retraimiento, soledad y depresión. Los hombres son más proclives a expresar sus emociones y a generar conductas agresivas o impulsivas.
Además hay algunos trastornos psiquiátricos, como la depresión, en los que los factores hormonales pueden jugar un papel decisivo. Después de tener a su hija, María sufrió una depresión grave, una enfermedad mental muy incapacitante. “Hay depresiones que te dejan fuera de juego una temporada, pero otras te inhabilitan totalmente”, reconoce. “Hay gente que ha llegado a tratarme casi como un animal porque la depresión te anula, provoca que te encierres y cambia totalmente tu manera de ser”, explica María, que sintió cómo el mundo se tambaleaba mientras temía enfrentarse a la sociedad.
Estas mujeres han encontrado su lugar en Avifes, que presentó ayer su área de mujer para visibilizarlas y sensibilizar a la ciudadanía.
“No somos inestables”
La medicación es una herramienta muy eficaz. “La sociedad nos considera personas inestables, inseguras, porque si hay alguien que comete un acto violento es más llamativo decir un esquizofrénico mata a dos personas que un diabético mata a dos personas. Pero los enfermos estamos medicados y controlados psiquiátricamente, con terapias psicológicas y eso nos normaliza y nos permite integrarnos en la sociedad”, revela Rosa, que reconoce que “hay brotes psicóticos violentos pero son residuales”, admitiendo que “la medicación es muy necesaria para mi vida, mis emociones y mis sentimientos”. Los tratamientos médicos son iguales para hombres y mujeres pero a estas últimas les influye mucho los ciclos hormonales. “Y ese es otro obstáculo”, aclara Rosa.
“Vivimos en una sociedad con mucha más violencia de la que puede generar cualquier enfermo de este tipo”, aclara Edurne. “Locos, y no me gusta nada esta palabra, transitorios por la calle hay muchos, pero los enfermos mentales que pueden descompensarse y cometer alguna locura son una minoría. ¿Qué pasa? Que son carnaza para los titulares y eso hay que reconducirlo”, dice seria la vicepresidenta de Avifes.
Marian, que padece trastorno de la personalidad y trastornos depresivos, considera que es muy importante contar con este área de la mujer ya que posibilita un espacio donde los grupos de chicas con enfermedad mental trabajan su autonomía, su autoestima o las habilidades sociales a través de un apoyo específico.
Edurne es clara. “Esto le puede tocar a cualquiera de cualquier ámbito social. Por eso queremos normalizar la enfermedad mental y tratarla con naturalidad. El cerebro es un órgano que también puede enfermar. Nos da miedo por el desconocimiento que conlleva pero un enfermo mental es una persona como todo el mundo”. “No es ninguna vergüenza, pero sacarlo a la luz o no debe ser totalmente libre”, concluye Edurne .
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