berango. El pasado 14 de agosto pasó a la vida eterna en la que creía Juan Bautista Fernández Setién. Tenía 91 años. Era un sacerdote nacido en Urnieta, aunque vinculado a la localidad de Berango durante más de seis décadas, donde se oficiaron sus funerales en la parroquia Santo Domingo de Guzmán.
"Don Juan era una persona aficionada a cuidar su huerta y sus vides pero su verdadero oficio fue el de transmitir la fe y eso lo dejaba patente siempre que podía", relata una feligresa que prefiere mantenerse en el anonimato a la que Juan Bautista siempre animaba a leer pasajes del Evangelio o a formarse en las cuestiones de fe.
Juan Bautista fue un lector ávido a quien le llegó la afición cuando trabajó como bibliotecario en el Seminario de Vitoria. "A pesar de su avanzada edad leía muchos libros y estaba al tanto de las novedades que se publicaban en asuntos religiosos", agregan desde el Obispado de Bilbao.
Mientras la salud se lo permitió, Fernández Setién celebró misa todos los domingos en la ermita de Santa Ana de Berango. Los fieles recuerdan que antes de la eucaristía solía entrar al sagrario y en aquel silencio poder seguir "cultivando su fe y oración", proclamaba.
Atendió, mientras pudo, a los residentes y enfermos de la Residencia de Berango. El vicario territorial, Félix Larrondo, que convivió con él los últimos años, evoca que el cura diocesano finado, a pesar de ser guipuzcoano, utilizaba el euskera vizcaíno y que "incluso impartió clases en este dialecto durante una época", agrega.
Desde el Obispado de Bilbao estiman que "se nos ha ido una persona sencilla, muy apegada a la tierra y preocupada siempre por transmitir la fe entre sus vecinos. ¡Descanse en paz!".
El sacerdote Txomin Altazubiaga también recuerda a Fernández Setién, sobre todo, por su pasión por la horticultura y también a la apicultura. Coincidieron en unos ejercicios espirituales en Las Arenas.