BILBAO. El territorio histórico de Bizkaia ha contado con una mujer que llegó a ser superiora general de una orden religiosa cristiana, en este caso de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús. Fue Sabina Zamalloa, natural de Galdakao. Nació el 9 de febrero de 1923 y falleció el pasado domingo. La vizcaina fue la primera novicia de la entonces nueva orden, el 8 de diciembre de 1949. Sabina tuvo una hermana gemela -"como dos gotas de agua", subraya la familia-, que también fue religiosa y falleció el pasado 2006 en Albacete.
Sabina y Miren -"María en la comunidad- nacieron en el seno de una familia nacionalista vasca galdakoztarra y tuvieron seis hermanos más. La primera desarrolló su labor de entrega a los más necesitados en casas de la institución ubicadas en Sevilla entre febrero de 1954 y hasta enero de 1965, y desde ese mes y hasta febrero de 1991 en Málaga. Al fallecer la fundadora, Sabina Zamalloa fue nombrada superiora general de toda la orden y, según explica la familia a DEIA, le destinaron a Bilbao. "Tuvo que regresar muy a su pesar a Bilbao, villa en la que fue reelegida superiora".
Miren, su hermana gemela falleció el 30 de mayo de 2006. Ingresó en la misma orden cuatro años y medio más tarde. La razón es curiosa: lo hizo por atender a su padre, enfermo tras su paso por la cárcel franquista de Larrinaga. Al fallecer este, tres meses después ingresó en la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús. Lo hizo el día del cumpleaños de su padre, en este caso, el 8 de mayo de 1954. Trabajó durante 38 años en Albacete, provincia en la que murió.
Una orden de 1947 La fundación de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús data de julio de 1947 y la protagonizaron las religiosas Rosario Villalonga, Teresa Jáuregui y María Martínez, junto con el sacerdote jesuita Andrés Arístegui. Su objetivo constitucional fue atender a las "graves situaciones de necesidad que dejó la Guerra Civil, enfermos desahuciados y despedidos de los hospitales, personas que vivían en la miseria absoluta y que estaban expuestas a morir en el mayor abandono", se expuso cuando la Diputación Foral de Bizkaia otorgó uno de los premios Utopía en 2008 a la orden de Zamalloa. Impulsaron y gestionan ocho casas: en Sevilla, Albacete, Málaga, Bilbao (en Iturritxualde), Almería, Granada; y en Oruro y Cochabamba, enclaves de Bolivia. Atienden a quienes menos tienen con la aportación y el trabajo voluntario de personas. La casa bilbaina es Monte Avril y da atención a personas con enfermedades crónicas, sin recursos y sin familia que se haga cargo de ellas; personas con paraplejias, afectadas de derrames cerebrales, artrosis aguda o con distintas discapacidades físicas o psicológicas. Son atendidas por las religiosas de la institución y por voluntarios que organizados en turnos se ocupan de la cocina, de la limpieza y del cuidado de los residentes.
Sabina Zamalloa fue superiora de febrero de 1991 a septiembre de 2006, año en el que murió Miren y momento en el que había en la orden 22 religiosas y, solo en Bilbao, un total de cien personas voluntarias. La familia destaca la poca importancia o ninguna que se dio Sabina por sus actuaciones. "Nos hemos enterado más por fuera que por lo que tanto ella como Miren nos contaran. Eran monjas monjas, de no darse importancia. Casi ni nos dijo que era superiora general", explica Irune Zuluaga, de Sabino Arana Fundazioa.
Las dos gemelas eran muy nacionalistas, preguntaban desde la distancia por el PNV, por ejemplo, "si era cierto lo que se decía sobre un lehendakari en España y tal... Se preocupaban mucho por el partido. Además, eran muy euskaldunes. Era llegar a Euskadi y querer hablar solamente en euskera". Como anécdota, la familia recuerda que cuando falleció Miren, en su esquela hubo una confusión y se imprimió una foto de Sabina porque "eran totalmente iguales". Incluso en las fotos, a día de hoy, a la familia les cuesta distinguirles, como también coincide, Julen Zamalloa.
Adela García Oliver conoció bien a Sabina Zamalloa. Su historia emociona. Habla desde Sevilla llorando al mentar a quien fue como su madre. "Puede parecer una barbaridad lo que voy a decir, pero he sentido más la muerte de Sabina que la de mi madre años atrás. Para mí, ella fue como una segunda madre, a quien tuve idealizada desde niña", confiesa a DEIA esta andaluza de 65 años.
El padre de Adela conoció la cárcel cuando su madre tenía siete hijos y embarazada para dar a luz un octavo. La situación les llevó a la casa de acogida de Sevilla. "Desde ese momento, ella para mí fue más, casi, que mi madre. Ella se preocupó de todo: de escolarizarnos..." La pasión que tenía la andaluza por la vasca fue tal que cuando le destinaron a Sabina a Málaga, Adelita, como le llamaban, dejó atrás a su madre biológica y hermanos y viajó con la religiosa. "Me voy con la hermana", le dijo a su madre.
Siempre a su lado Allí, con la ayuda de la monja, estudió corte y confección, trabajó junto a la marquesa de Larios en una tienda de antigüedades, prefirió, sin embargo, atender a necesitados, esta vez, con la Cruz Roja. Cuando murió su madre biológica volvió a Sevilla. Fue un dolor doble, por pérdida de esta y por el "desgarro", como repite Adela, que sintió.
La orden envió a Sabina a Bilbao y fue "un segundo desgarro", pero "seguí visitándola" porque "para mí era todo". Adela se consoló en pensar que acudía a la villa vizcaina "a regenerar la orden" y sigue llorando, con voz entrecortada, al vestirla de impresiones que no puede borrar ni desaparecerán de su corazón. "Fue una gran mujer. De físico era guapísima y de carácter, mucho carisma. Para mí fue tan importante porque ella era como una madre a la que le contaba las cosas que no contaba a mi madre. Le tenía, por lo tanto, un máximo cariño al mismo tiempo que máximo respeto".
García Oliver -"nos conocen como Hijos de Trinidad"- recapitula ensalzando la labor que hizo con familias como la suya, solo con ayudas económicas de familias acaudaladas y voluntarios... "En la casa que fundó en Málaga, nadie la olvida. Está presente". Ella tuvo el valor de adentrarse en un barrio deprimido en el que "no se atrevían a entrar ni la Guardia Civil ni la Policía y, sin embargo, abrió la casa", valoran familiares. Adela cree que tanto Sabina como su hermana Miren han fallecido "por puro agotamiento físico", por todo lo que han dado por los demás.
En 2011, la editorial Edibesa publicó un libro titulado Madre Rosario Villalonga Lacave, biografía de la fundadora de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús. La referencia literaria incluye en sus 600 páginas episodios vividos por Sabina y por Miren Zamalloa. Así, en noviembre de 1990, en la casa de Málaga, Villalonga le da a conocer a su sucesora que "antes de que yo cumpla los 80 años te quiero en Bilbao", lo que "estremeció a la hermana", se puede leer en este tomo. Antes de fallecer la fundadora el día de la virgen de Lourdes de 1991, de la que era muy devota, Zamalloa ya asumió ser superiora general en funciones "hasta que se celebre el capítulo general en su momento oportuno", hito ocurrido días después de aquel 11 de febrero.