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Felisa Akarregi Arregia, la emakume que se casó con el condenado a muerte

Felisa Akarregi Arregia, la emakume que se casó con el condenado a muerteFoto: fundación sabino arana

BILBAO. La Guerra Civil generó dolor, muerte, odio..., Pero debajo de las diferentes capas de piel del ser humano también, por suerte, se gestaron historias de amor de película. Es el caso que protagonizaron Felisa Akarregi y Fernando Zabala. Ella, abuela del mítico exfutbolista Gaizka Mendieta, falleció el martes, día de San José, a los 97 años de edad. Él fue capitán del batallón 59 del PNV denominado Rebelión de la Sal, gudari condenado a muerte con cárcel en Larrinaga y Burgos.

Ella le siguió allí donde él fue. Conocida su sentencia, el amor entre la pareja era tan poderoso que Fernando le pidió a Felisa que se casaran antes de que a él le fusilaran. Y ella viajó al penal de Burgos donde Franco le tenía preso condenado a una bala que pusiera fin a su vida y a su lucha por la democracia y las libertades.

Al alba, cuando escuchaba el ruido y eco del enorme cerrojo de las puertas, él, como el resto de republicanos reos, pensaban que había pasado su última noche.

A pesar de todo, consiguieron contraer matrimonio, sellar su amor incondicional, pensando, eso sí, que aquella podría ser la última vez que se vieran. Así fue la tensa espera, que en una ocasión, en la que Zabala pensó que ahí acababa su vida, le escribió una carta a Felisa con el único papel que tuvo a mano: papel higiénico. "Es una carta de amor preciosa. Él creía que le iban a fusilar. Le relata todo lo que ha sido ella en su vida, lo que ha supuesto. Da agradecimientos y lamenta no poder seguir con vida", detalla con aprecio hacia la finada, Marian Moreno, responsable de Goaz Museum, Museo del Nacionalismo Vasco. La fallecida entregó sus correspondencias a la Fundación Sabino Arana que las custodia con el acuerdo en vida de que no sean para consulta pública.

Esa carta le fue entregada a su amada dentro del propio rollo de papel higiénico. Esa fue su última carta condenado a muerte porque poco después le conmutaron la pena. Felisa nunca quiso protagonismo en su vida conjunta con el gudari, a pesar de que la emakume cumplió labores de cartera entre la cárcel y la famosa Red Álava. Ella vivió siempre para su marido y por y para sus hijos.

Inconsciencia y miedo Felisa aseguró que durante aquellos tiempos de amor y sufrimiento diario no fue consciente de la repercusión que habría tenido si los fascistas le hubieran encontrado con información antifranquista. Eso sí, siempre aseguró que pasó "mucho miedo", solía decir ella, una mujer "muy reservada y que tenía un algo que le hacía única. Era una señora, una dama. Muy dulce, siempre hablaba de su marido, de sus hijos y de sus nietos. Tenía un carisma que destacaba sobre las demás mujeres. Allí estaba ella con su pelo recogido en moño, muy agradable aunque le hicieras preguntas personales", enumera con admiración y cariño hacia su persona, Marian Moreno.

El periodista Iñigo Camino le guarda el mismo afecto a Akarregi. Su relación con Felisa, como hizo ayer público, se gestó cuando el exdirector de DEIA trabajaba en la Fundación Sabino Arana. "La última vez que estuve con ella estaba en la terraza del Alondegi con su familia. A pesar de ser nonagenaria conservaba una gran vitalidad y una cabeza muy lúcida". Sus encuentros con el periodista eran de "cariño y mala leche a partes iguales", apunta Camino con una sonrisa. "Me dijo: ahora sí me mandan invitaciones a los actos de laFundación, aunque no estoy como para ir. Y Marian (la responsable del Museo) sí me visita. ¡No cómo tú!". Aquella última vez la pude ver con su familia. Volvió a ser igual de cariñosa que siempre, aunque no faltó su amable regañina", agrega Camino.

Un amor de novela Camino también considera la historia de amor entre Felisa y Fernando como de novela. El vizcaino hace hincapié en que el mismo día de su boda, Felisa sacó de la cárcel de Burgos documentación comprometida escondida entre las hojas de su misal. En concreto, cartas y un ejemplar de la revista clandestina Espetxean, realizada en el penal por los presos que trabajaban en la imprenta: Pepe Verdes, Pío Hernández y "si no me falla la memoria, Lucarini".

A juicio del periodista, Felisa fue "siempre una callada y activa militante del PNV. Cuando la Fundación Sabino Arana puso en marcha su Archivo Histórico, Felisa nos donó decenas de cartas cruzadas con Fernando Zabala durante los largos años de cárcel. Misivas con el sello de la censura militar y otras pasadas clandestinamente. Recuerdo las conversaciones con Jesús Insausti, Uzturre. Las largas charlas en su céntrica casa en Bilbao: "Ay, Camino, Camino? ahora que ya tenéis las cartas en la Fundación, ya no vienes a verme, me regañaba con cariño", concluye.

Tanto Iñigo como Marian coinciden en el amor especial que tenía Felisa por su nieto Gaizka Mendieta, exfutbolista y hoy disc jockey. "Una de sus ilusiones", apunta Camino, "era que su nieto, Gaizka Mendieta, pudiera llegar a jugar en su Athletic, pero no pudo ser y el magnífico futbolista no recaló, a pesar de su interés, en el club rojiblanco. Pero qué alegría se llevaba Felisa cuando Gaizka jugaba con la selección de Euskadi".

El cariño que le profesaba la amama a su nieto no era especial porque fuera futbolista internacional con las selecciones de Euskadi y España, sino porque el trato que él le dispensaba era ejemplar. Siempre preocupado por ella. "Siempre hablaba maravillas de él. Felisa, incluso, viajaba a Londres a visitarle. Su gran ilusión fue verle jugar en San Mamés con la selección de Euskadi. Los dos se cuidaban mucho, había una relación especial entre ambos".

La misa funeral por Felisa Akarregi Arregia se oficiará hoy, a las 19.00 horas, en la iglesia parroquial Nuestra Señora de los Reyes y San Fernando, en la calle Doctor Achúcarro de Bilbao.