Rajoy, tocado y ¿hundido?
El desmentido se ha convertido ya en un arte en política. La publicación de las supuestas cuentas manuscritas de los tesoreros en el PP entre 1990 y 2008 revelan muchas cosas. La fundamental, los pagos de sobresueldos a la cúpula del partido. Entre ellos, a Rajoy, que habría recibido 25.200 euros anuales durante 11 años y a la secretaria general, Cospedal, que en 2008 obtuvo 15.000. No tributaban a Hacienda porque se entregaban como gastos de representación que los beneficiados supuestamente no debían justificar.
Dicho esto, la realidad nos arroja a un escenario en el PP donde Rajoy está políticamente tocado (pero salvado por la mayoría absoluta que posee) y socialmente hundido porque la ciudadanía ya no entiende que no salga mañana tras la reunión del Comité Ejecutivo a responder con papeles tres preguntas básicas: ¿existía contabilidad B en el PP?, ¿está dentro de la Ley de Financiación de Partidos?, ¿quiénes son las personas que cobraron y lo declararon a Hacienda?
A día de hoy, sus respuestas son confusas. Porque con el caso Bárcenas empezamos en el reconocimiento público de la existencia de sobresueldos por parte de un exdiputado como Jorge Trías, continuamos con el "que cada uno aguante su vela" (Cospedal dixit), el "no me temblará la mano" de Rajoy, el desconocimiento de Montoro de si el extesorero se había beneficiado de la amnistía fiscal hasta llegar a confirmarlo y a negar tajantemente todo lo demás cuando el presidente del Senado reconoce un pago anotado por Bárcenas. Es decir, cualquier ciudadano tiene la sensación de que en esta última semana se ha perdido algo.
Los papeles de Bárcenas ponen en cuestión el comportamiento de Rajoy y de Cospedal. Es más, da la sensación de que estamos en la segunda fase de una estrategia planeada donde quien filtra los datos sabe muy bien por qué ahora ofrece esos nombres. Y los destinatarios del mensaje saben cuántos más les esperan. Quien está detrás de esta bomba ha conseguido lo que quería: poner a Rajoy en el centro del debate (internacionalmente también con la presencia del caso en el Financial Times).
Rajoy ya no puede fiarse a la estrategia del resistir y sus compañeros de blindarle. Está en un callejón sin salida. Cospedal propone pero la realidad dispone. Los datos han sepultado el discurso de que su "contabilidad es única y limpia". El PP se ve salpicado por la corrupción en medio de la decepción de sus votantes y debe transmitir la vieja idea de que quien la hace, la paga, antes de que huela a podrido. Pero lo que está claro es que Bárcenas ha roto ya con el PP, que estamos ante una guerra interna donde primará el sálvese quien pueda y donde costará restablecer internamente un partido que se pasó los años 90 dando lecciones de ética al PSOE acorralado por casos como Filesa.
En el Partido Popular deben empezar a asumir que una cosa es la investigación judicial (donde la Audiencia Nacional ya tiene base para investigar si lo publicado es verdad) y otra la ejemplaridad. Y en el PSOE también. Rubalcaba no puede hacer demagogia aprovechando el cadáver. Solo en 2009, su partido tenía 264 casos de corrupción abiertos frente a los 200 del PP.
¡Más de 100 candidatos implicados en causas judiciales concurrieron a las elecciones de 2011! ¿Por qué Rajoy y Rubalcaba no abordaron la corrupción en el debate televisado de noviembre de 2011? No hay voluntad para pactar una Ley de Transparencia y la ciudadanía, cuyos niveles de hartazgo se sitúan a niveles de 1996, empieza a cansarse.
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