ERMUA. "Amar es el más preciado regalo que se puede dar; ser amado, el más preciado regalo que se puede recibir". Por ello, la familia de José Antonio Gonzalo y amigos quieren hoy ver publicadas estas líneas de recuerdo a su persona, como presente de cumpleaños. El joven de Ermua cumple 32 veranos en su recuerdo. Para otros, el vizcaino puede ser reconocido por ser el autor del libro Toni Torpedo (Círculorojo, 2011). La novela da a conocer al lector la vida de un púgil que aspira a triunfar en el oscuro y corrupto mundo del boxeo. "Sus rivales más duros -tal y como valoraba el escritor a este periódico meses atrás-, no los encontrará sobre el cuadrilátero".
José Antonio Gonzalo Hernández nació el 26 de agosto de 1980 en un centro médico de Eibar, pero siempre vivió en Ermua. Estudió en el colegio San Lorenzo. De muy joven ganó medallas de atletismo y futbito. Prosiguió sus estudios en Armeria Eskola de Eibar matriculándose en Comercio y, más adelante, en Telecomunicaciones.
Ya entonces escribía sus primeros relatos. Sus otras pasiones también tenían nexo de unión con la cultura: la fotografía, el cine, la música, así como también la informática o los viajes con destinos como Londres, Praga o Roma. El creador de Toni Torpedo ganó diferentes premios en certámenes literarios y fotográficos. El joven falleció el pasado 28 de noviembre cuando ya tenía previsto un nuevo libro en el que trabajar. "Sueño con que este libro guste, se dé a conocer, que eso me anime a escribir una historia nueva, diferente y mejor", evaluaba.
"un chico estupendo" Dicen que el regalo de la felicidad pertenece a quien lo desenvuelve. En el día de hoy, quienes quieren a José quitan la coraza que nos envuelve a cada uno para recordar su persona, esa forma de ser "alegre, cercana, de muchas amistades, amigo de sus amigos, un chico estupendo", desenvuelve su única hermana, Itziar, años más joven que él.
Ana Belén Pérez es su amiga y le mantiene presente como un joven que hacía gala de "ese punto de locura sana y divertida que tienen los artistas. Con facilidad para enfadarse pero con, a pesar de su orgullo, la misma facilidad para reconciliarse", valora y va más allá: "Era muy exigente con lo que a su ocio se refiere, sobre todo escritura y fotografía, con un carácter tan diferente por su humor negro, su sentido del ridículo... que se nos hace imposible no hacer nada sin recordarle".
Otro amigo, Patxi, le describe como "muy sensible" y Asier como "un tío normal, como cualquiera de nosotros, no me salen más palabras". José era un apasionado de los conciertos, "muy abierto en los gustos" -apunta su hermana-, "lo mismo oía a Reincidentes que a SA, Zain o Hamlet? En una ocasión fue a Sevilla y aprovechó para acudir a un concierto de U2. Es más, tenía entrada comprada para verles en Donosti y me la regaló. Era muy detallista para esas cosas, desprendido. ¿Qué voy a decir yo de mi hermano? Era una persona estupenda", se emociona Itziar.
El hijo de Isabel y José Antonio era muy querido en la familia y en el círculo de amistades, así como entre sus compañeros de trabajo. Él estaba empleado como gestor de negocios de una cooperativa. Hay quien piensa que tal vez lo único que duele más que decir adiós es no haber tenido la ocasión de una despedida. Sin embargo, peor aún hubiera sido no haber tenido el placer de haber conocido a José.