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La voz de Radio Tarifa

La voz de Radio TarifaFoto: efe

bilbao. A los 58 años, este pasado sábado murió Benjamín Escoriza, en el madrileño hospital de Valdemoro, localidad donde residía junto a su esposa Paloma y sus dos hijos, Benjamín y Alejandro, de 22 y 19 años. En noviembre le habían diagnosticado una grave dolencia de pulmón a la que él no puso nombre públicamente, aunque sus más allegados sabían de ella y de su terrible y definitiva evolución.

Entre 1992 y 2006, Escoriza fue cantante de Radio Tarifa, una formación que supo como ninguna interpretar la dimensión sefardí y mestiza de la música andaluza. Andaba dándole vueltas a un nuevo álbum en solitario que pretendía grabar en Mallorca junto al laudista Toni Pastor, de Música Nostra. Era tímido, tierno y sentimental y se escondía siempre detrás de unas gafas de sol, porque se sentía incapaz de enfrentarse al público cara a cara, mirada a mirada.

El excepcional legado de Escoriza comprende cuatro grabaciones junto a Faín Sánchez Dueñas y Vincent Molino, sus compañeros en Radio Tarifa, y dos álbumes en solitario: Alevanta (2006) y Mirando pal Este, de 2010.

Natural de Colomera, en Granada, donde nació en 1953, Benjamín se consideraba "un amante del flamenco, el rock y lo étnico" que sentía devoción por Kiko Veneno, Martirio, Los Delinqüentes "y el maestro Morente". Su voz rota y aflamencada se convirtió en emblema de Radio Tarifa desde el primer disco de la banda, el extraordinario Rumba argelina (1992), una conmoción para las músicas peninsulares de raíz por el desparpajo con el que combinaba los elementos andalusíes, mediterráneos y arábigos.

circuitos internacionales La magia se prolongó con otros dos trabajos en estudio, Temporal y Cruzando el río, aunque el trío siempre obtuvo mejor acogida en los circuitos internacionales que en el Estado español. De hecho, su álbum de despedida en directo, Fiebre, se registró en la ciudad canadiense de Toronto. "Hemos dado tres vueltas al mundo y actuado hasta en Jerusalén, pero podemos seguir paseando por la calle sin que nos conozca ni Cristo", solía bromear Escoriza.

"No le tengo miedo a nada en la vida, solo a que mis niños se encuentren mal", confesó en alguna ocasión. "El mayor toca muy bien por bulerías y rumbitas, aunque está haciendo prácticas en una tele. Y el chiquitajo baila breakdance que no te lo puedes ni imaginar. Pero es mejor que se ganen la vida con algo distinto a lo de su papá", soñaba en voz alta.

La música de su último disco, Mirando pal Este fue, precisamente, la que le acompañó el domingo en su último trayecto. El funeral fue una ceremonia muy íntima a la que solo asistieron sus allegados y músicos como el propio Molino o Gautama del Campo, el saxofonista que había producido y arreglado aquella grabación.