durango. El monasterio San Francisco de las monjas clarisas de Durango cerraron el año 2011 y comenzaron 2012 con dos tristes noticias. Si el 31 de diciembre falleció sor Sagrario, el 1 de enero lo hizo la hermana Montserrat, nacida como María Dolores Tomás Arocena. "Parecía que querían entrar juntas en la eternidad de Dios", valoraron sus compañeras clarisas franciscanas.

Montse, como le llamaban en el centro religioso, era de Zarautz. De joven estuvo en este colegio, también en el internado, y según contaba al resto de religiosas "ella en un momento dado sintió la vocación y cuando ya fue mayor de edad entró de monja", explican.

Sor Montserrat era, siempre en palabras de sus compañeras, una mujer muy activa y le daba tiempo a hacer sus trabajos y ayudar a las demás. "Como dijo el Padre Félix en el funeral conjunto -de sor Montserrat y sor Sagrario-, tuvo muchos oficios: lencera en el colegio, refitolera, sacristana, cortaba la verdura y ayudaba a otras en muchas cosas", le reconocen y prosiguen con sus labores en el monasterio: "Lo que hacía con gran perfección era poner las flores de la iglesia, era artista. Muy joven y debido a la estreptomicina que tuvo que tomar quedó con mucha hipoacusia".

GRAN SENTIDO DE HUMOR Según sus compañeras esta sordera, quizá, le limitó en parte, "no le gustaba estar sola, es verdad que oía poco y eso aísla a la persona aunque no fue este el caso de Montse, ella con todo tenía un gran sentido del humor y cuando le tocaba cortar la lechuga... solía estar cantando; hasta que otra compañera le grabó el canto que no había quien lo conociera a no ser por la letra, luego se lo dijeron y la primera que se reía era ella", rememoran la anécdota.

Los caramelos que sor Montserrat repartía a todos los frailes y a sus compañeras se hicieron famosos de tal forma que "no hay quien no sepa de qué clase tiene que tomar cuando tiene ronquera, catarro... Muchos somos los que conocemos los famosos caramelos Reineta, que era la fábrica de su padre", explica sor Olatz.

También a esta guipuzcoana le tocó sufrir durante bastantes años el dolor. "Según pasaban los años, el mal iba avanzando. En esa situación unida a la sordera que cada vez era más aguda era normal que sintiera necesidad de compañía a todas horas. Dios siempre estuvo a su lado sufriendo con ella, ¡cómo no! Pero a veces ver eso no suele ser tan fácil...", subrayan sus compañeras de Durango, quienes estiman que "con la fe que tenemos por ser cristianas y a imitación de Nuestra Madre Santa Clara podemos decir junto con nuestras dos hermanas tan queridas: Gracias Señor, porque me creaste".

María Dolores Tomás Arocena vino al mundo en 1929. Falleció con 82 años, para cumplir 83. En el convento de Durango llegó a residir durante 57 años, tras entrar en el monasterio con 25 calendarios cumplidos. A sus compañeras contaba años atrás que la vocación le surgió con 15 o 16 años, desde ese momento dejó de "ir a bañarse a la playa, el puerto, ni iba a bailar". Eso sí, comenzó a trabajar junto a su padre en la citada conocida fábrica de caramelos Reineta, constituida en 1927.

En un principio, la joven Dolores no tuvo el permiso paterno para ingresar en el convento de Durango, pero acabó consiguiéndolo. A Montserrat se le daba bien escribir y llegó a publicar en Zeruko Argia. Entre sus aficiones, además del parchís, le gustaba recortar los chistes del calendario y en fiestas de la comunidad los leía para divertir a los presentes con la simpatía de la que siempre hacía gala.