La oscura relación entre ETA y 'Chacal'
Lucas Groven, belga pero vasco de adopción, representó a los ‘poli-milis’ en reuniones con el terrorista
He leído recientemente una crónica del juicio que se sigue en París contra Ilich Ramírez Sánchez, Carlos o Chacal, quien fuera durante años el enemigo número uno de occidente.
Carlos, el terrorista internacional más buscado, mantuvo un careo con Juan Miguel Goiburu -Goiherri- en el Tribunal especial galo de lo Criminal. La justicia francesa pretendía despejar las incógnitas existentes sobre la participación de ETA político-militar en diversos atentados perpetrados en París y Berlín a principios de los años 80.
En el cara a cara, Carlos, condenado ya a cadena perpetua, es decir, sin gran cosa que perder, se sintió molesto y alterado por la actitud de Goiburu. Gohierri reconoció haber mantenido varios contactos con el Chacal venezolano en la antigua Europa del este, pero negó su implicación logística en los atentados atribuibles a aquél contra intereses franceses.
Carlos es un hombre ególatra y displicente. La impunidad que tuvo durante años, protegido por la Unión Soviética y por los servicios secretos de los países del telón de acero, le convirtió en un escurridizo mito. Sanguinario como pocos, soberbio y narcisista, Ilich Ramírez, de familia burguesa venezolana, hizo de la revolución su profesión y del asesinato su modo de vida. Tejió, al amparo de la Guerra Fría, una internacional terrorista que contó con bases sólidas en el Oriente Próximo, al resguardo de organizaciones palestinas y núcleos combatientes que le nutrieron de campos de adiestramiento, cobertura militar y viveros de activistas internacionales. Su retaguardia estaba en la Europa comunista. En la Alemania del Este, en Hungría, bajo el manto de la antigua Unión Soviética.
Tras el declive comunista, Carlos transformó su actividad en mercenaria y tras breves estancias en Siria o Libia, recaló en Sudán, donde en agosto de 1994 fue detenido por los servicios especiales franceses, siendo trasladado al hexágono, donde fue encarcelado de por vida en el penal de La Santé (¡qué nombre más hermoso para una cárcel!).
Clandestinidad, acción y lujo se mezclaron en la vida del terrorista más buscado del mundo. Un excéntrico personaje alrededor del cual se configuró una internacional terrorista en la que colaboraron o intercambiaron favores grupos como el IRA, la Fracción del Ejército Rojo, Acción Directa o la propia ETA político-militar.
"alto secreto" Goiburu y otros se entrevistaron con él en diversas ocasiones. Sus contactos los conocemos a través de un informe "alto secreto" del KGB soviético que cita documentos de la Stasi (policía política de la antigua RDA). En aquellos papeles se relata minuciosamente, al menos, uno de los encuentros establecidos. Y se identifica a quienes intervinieron en el mismo. En el informe de la Stasi sólo aparece un nombre auténtico: "Luc Edgar Groven" -Lucas, Erik-. Pertenecía al responsable internacional de ETA (pm). Junto a este activista, de origen flamenco, se hacía un perfil de sus acompañantes. Uno de ellos, Santiago, era Goiburu (Goiherri).
El cónclave tenía como objetivo la obtención de armas por parte de ETA político-militar. La contrapartida al arsenal, la colaboración de los poli-milis a la estrategia de Carlos.
Estas revelaciones fueron publicadas en DEIA en agosto de 1994. Apenas unos días antes de la captura de Chacal por los servicios secretos franceses. El autor de la información fue J. Txindoki, el colectivo del que formaba parte quien hoy esto suscribe. La coincidencia de acontecimientos -publicación de papeles de la Stasi y detención de Carlos hizo que conociera personalmente a Lucas (Luc Edgar Groven).
Me había cruzado varias veces con él en la calle y jamás hubiera pensado que detrás de aquel hombre singular y de aspecto bohemio hubiera una historia tan de novela negra. Un amigo común hizo que nos viéramos en Bakio. Él trabajaba en el Consorcio de Aguas y se había incorporado a una vida civil normalizada, lejos de la clandestinidad y militancia de años pasados. Estaba nervioso, preocupado por lo publicado y por la detención de la bestia. Le temía como quien hubiera conocido al mismísimo diablo.
Lucas, en largas conversaciones, desgranó las relaciones de los poli-milis con Carlos y su grupo. "Nada de nombres, de acciones, de actividades. Hay sumarios abiertos y hay gente que lo puede pasar muy mal". Los pagos a Ilich Ramírez habían sido costosísimos. Un activista de Carlos llegaba limpio a París. Toda la infraestructura estaba ya preparada. Él ejecutaba la acción, hacía de killer y, al día siguiente, limpio nuevamente, abandonaba el país. Así de sencillo.
los 'milis' rompen A cambio de la suciedad de aquellas ekintzas, Lucas y los poli-milis obtuvieron un container de armamento pesado. Armas que, tras el abandono de la actividad armada por parte de los p-m, pasaron a los milis. "Se les transfirió las armas y el contacto con Carlos". Pero aquello no iba con Josu Ternera y la relación de ETA con Chacal y su grupo se desvaneció. O así se cree.
Lucas murió en Bilbao el pasado verano. Abjuraba de sus acciones criminales. Sentía dolor por todo aquello. Murió integrado en este país, atormentado por una pesadilla que le seguiría siempre.
Goiburu, el Santiago de la Stasi, volvió a ver en persona al mismísimo demonio. Tan insolente como siempre. Su insolencia acusadora disparaba mortíferas cargas contra quienes fueran sus colaboradores. Y Gohierri perdió la memoria. Amnésico selectivo. Inteligente.
Siempre hay un muerto que en ocasiones como la presente, facilita descargar la conciencia. El muerto fue el responsable de todo.
Mejor así, que las puertas del infierno sigan cerradas. Que nadie más se queme. Y que la sociedad vasca no llegue a conocer la infamia de un terror revolucionario ejercido bajo su nombre. ETA político-militar. Descanse en paz.