EUSKADI es un oasis. Sí, un paraíso de paz en medio de una tempestad insufrible. Un bálsamo, un mar de tranquilidad. Así lo interpreta la clase dirigente del país que ha levantado en Ajuria Enea una gran tienda-jaima en la que agasaja con dulzura a los fatigados viajeros del desierto.
En las últimas semanas-meses han recalado en este vergel paradisíaco ministros y ministras al mogollón. José Blanco presentaba fugazmente en Bilbao una estación del AVE que nadie sabe cuánto cuesta, quién la pagará y cuándo se verá culminada. Pérez Rubalcaba nos anunció en Erandio un posible secuestro. Chaves aterrizó en Gasteiz para decir que la transferencia de las políticas activas de empleo llegará con el próximo olentzero. Trinidad Jiménez inauguró junto al lehendakari una empresa vinculada a la investigación farmacéutica. La vicepresidenta De la Vega? no sabemos bien a qué vino, pero se sacó una foto en Ajuria Enea. Sebastián y Garmendia comieron pinchos de diseño en Donostia, en la cumbre europea. Y el último en llegar, como el doctor Zhivago en plena nevada, el ministro Moratinos, ejerciendo el papel de canciller de política exterior de la Unión Europea.
Fue éste, junto al lehendakari López, quien abonó la imagen balnearia de Euskadi, reprochando al PP que no actuara en España "con sentido de país", a diferencia de lo que ocurre en Euskadi. Un oasis en el centro de un avispero de reproches, enfrentamientos y batallas de carácter sucesorio. Nada que no hayamos visto ya en el panorama español y que refuerza el carácter estratégico que este territorio tiene para la coalición normalizadora.
españolidad Paulo Coelho describe con precisión en su relato El alquimista el valor y el significado de un oasis en el desierto. El agua como fuente de riqueza, la vegetación como valor de asentamiento social y la paz interna como fuente de cohesión frente a la adversidad del medio hostil que lo envuelve. De ahí que relate que cuando las caravanas de comerciantes llegaban al oasis, sus moradores les obligaban a desarmarse con el fin de evitar tentaciones violentas que alteraran el equilibrio del campamento. La ley del desierto decía que un oasis jamás sería atacado. Así había sido durante largos años pero la codicia y la condición humana llevaron a unos forajidos a violentar y romper con la tradición y con el sueño de una la isla tranquila. "Maktub" que diría el escritor brasileño. Está escrito. Es el destino, que señalaría la cultura árabe.
El oasis vasco tiene un valor político de españolidad constitucional evidente. Así lo constatan sus fundadores en la carta puebla de inicio de legislatura. Su pervivencia, su solvencia como espejismo de una nueva realidad, dependerá del grado de eficacia de los símbolos, de la imagen que consigan trasladar al exterior. Estamos, por lo tanto, ante un objetivo mediático, en el que la política de comunicación se convierte en la pieza clave.
Es la prioridad. Lo más importante. La foto. El encuentro. La sobreactuación. Los ministros. Los premios. Las primeras piedras. Y en tan frenética actividad, llegan los desajustes. Cartas oficiales que llegan antes a la redacción de un periódico que a su destinatario. Planes anticrisis presuntamente consensuados que se presentan sin que se hayan pactado todavía. Consejeros que pretenden imponer su protocolo en un acto privado y que, a modo de desaire, al no ser correspondido, se borran del evento en el último momento como protesta. Anuncios sonoros con música, pero sin letra. Comunicadores convertidos en velociredactores -depredadores de centímetros de periódico-. Cabeceras de diarios que emulan al Adelantado de Segovia a la hora de recoger -en exclusividad- los frutos, aunque no estén maduros, del oasis gobernante. Comentaristas que se creen Alan Greenspan y actúan como si lo fueran, sentando cátedra y dando doctrina aquí y allá. Informativos en los que la proximidad desaparece hasta en el mapa del tiempo. Son las consecuencias del cambio. ¿Del cambio climático? Quizá también.
Euskal telebista Otra consecuencia directa y vinculada a lo anterior es que, con el nuevo oasis, el txori de EITB parece haber mudado. Los nuevos gestores han querido dotarle de atributos y fortalecerle con una potente programación. España, perdón, Euskadi directo, el humor deportivo de Oscar Terol. El encanto de Antxon Urrusolo. Sin embargo, las vitaminas no funcionan. Y los índices de audiencias se miden solamente en un dígito. El Uuuuyyyy del pasado lunes, solo lo vieron el 8,9% de telespectadores. Y el informativo, en sus cuatro emisiones no ha llegado a la decena en audiencia.
Tanto oasis, tanta imagen, tanto atributo está convirtiendo al txori en el pájaro uyuyuy. Sí, ese que prefiere volar a tocar tierra. Porque cada vez que aterriza, uyuyuy! Tiene huevos el asunto.