La actual ley antitabaco se asfixia entre el creciente aumento de personas fumadoras
Los especialistas confían en la futura norma, que impedirá fumar en todos los lugares de ocio
bilbao. En este país no podemos quejarnos de falta de leyes; las tenemos como auténticos monumentos del Derecho, con un diseño conceptual perfecto, pero alejadas de las posibilidades económicas reales del país, la ley de Dependencia, o sin suficiente concierto social como la ley antitabaco. La consecuencia es evidente, no se cumplen porque difícilmente se pueden obligar a acatar e incluso provocan el efecto contrario: ha aumentado el número de fumadores. ¿Tal vez haciendo una norma más realista y consensuada se conseguiría algo?
A pesar de la ley antitabaco que entró en vigor en el Estado español el 1 de enero de 2006 y de las restricciones a los fumadores en los últimos años, la tasa de personas que se engancha al pitillo ha crecido en un 7%. Así lo indican los datos de la Encuesta Europea de Salud 2009 adelantados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Ni el endurecimiento de la ley, que prohibe consumir tabaco en los centros de trabajo, ni las advertencias sanitarias más dramáticas e incluso de futuro trágico parecen hacer mella en la población. Las cifras del INE reflejan que la proporción de quienes se declaran fumadores -habituales u ocasionales- ha crecido un 6,68%, pasando del 29,5% al 31,5% de los mayores de 16 años.
O se incrementan las medidas de protección frente al tabaquismo o los riesgos potenciales dejarán de ser lejanos o hipotéticos malos augurios para transmutarse en fatales realidades. Éste es, al menos, el pronóstico de los expertos.
Lo que tienen claro es que limitar el consumo de tabaco no ha sido un aliciente suficiente para que los fumadores dejaran el hábito. La ley del 2006 nació coja al no ser lo suficientemente valiente para prohibir en todos los lugares públicos el tabaco; dejó la puerta abierta a los humos en los lugares de ocio. Una puerta que al parecer cerrarán definitivamente en 2010.
"Es cierto que al año de entrar en vigor la ley el número de fumadores se había reducido en casi un millón. Sin embargo, este efecto se ha difuminado y actualmente nos encontramos con que el 30% de la población continúa fumando", admite, Iñaki Arriaga, neumólogo del hospital de Basurto, al tiempo que reconoce que al no existir una restricción total, la norma no consigue desanimar a los nuevos fumadores, aunque cree exagerada la cifra del 7%.
Para los expertos esto es especialmente importante en los niños y niñas y adolescentes. "Si observan que en las zonas de ocio se puede fumar lo asumirán como algo normal", indica preocupado el doctor Xulio Castañal, del grupo de trabajo de la SemFYC y coordinador a nivel estatal de la Semana Sin Humo, que se desarrolla a finales de mayo en todo el Estado.
Porque el hecho de que entre los adolescentes haya aumentado el consumo de tabaco hace presagiar malos humos juveniles, que a mal seguro serán para dentro de unos años la antesala de graves patologías cardiovasculares y del tracto respiratorio, entre otras. "La medida más eficaz para prevenir el hábito entre los jóvenes es el aumento del precio del tabaco; se ha demostrado que da mejores resultados que la prohibición; los adolescentes son transgresores y fumarán si se les prohíbe", añade Iñaki Arriaga.
Como ocurre en otros países de nuestro entorno, si la prohibición fuera total -en todos los lugares públicos cerrados, tal y como contempla la futura ley- el impacto sería mucho mayor. El efecto se notaría en las casas. Éste es uno de los puntos que destaca la encuesta de salud del INE. En el avance de sus datos destaca que un tercio de los niños y niñas se ven sometidos al humo del tabaco en su hogar, porque sus progenitores fuman en su presencia.
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