Las varices son una dilatación de las venas que, salvo complicaciones por trombosis, ulceración, infección o hemorragia, no resultan peligrosas, aunque sí molestas, llegando a limitar la calidad de vida de las personas que las padecen.

Las hay de varios tipos y tamaños, desde la más pequeñas o sencillas como las reticulares o arañas vasculares, hasta las más progresivas y complicadas como las francas, explican los doctores de la Unidad de Varices del Centro Médico Quirónsalud Plaza Euskadi, Juan Carlos Fernández Fernández, cirujano vascular en la Unidad de Varices, y Nerea García Garai, especialista en radiología intervencionista.

Tipos de varices

Existe una graduación del 1 al 6 en la que, en primer lugar, se encuentran las varices más pequeñas o telangiectasias de 1 milímetro (mm) de tamaño, las reticulares de entre 1 y 3 mm, las francas, que son las venas dilatadas, el edema de las piernas y, ya en un estadio más avanzado por su gravedad, aquellas con síntomas y signos en la piel, generadas por la falta de tratamiento en fases previas. En estos casos, las consecuencias para la piel se reflejan en una dermis seca, cuarteada, y con una coloración excesiva por el poco trasvase de sangre que tiende a un color entre negro y morado.

Las úlceras dérmicas se producen por complicaciones cuando la piel tiene tanto daño que evoluciona a una ulceración que puede no cicatrizar o incluso derivar en úlceras activas, provocando heridas abiertas con el consiguiente riesgo de infección y sangrado, llegando a producirse incluso un problema vital. Estos trastornos tróficos que presentan una apertura en la piel, resultan muy dolorosos para las personas que los padecen, y requieren curas y un cuidado constante, añade el Dr. Fernández.

Las técnicas no invasivas para el tratamiento de varices incluyen el láser y la radiofrecuencia.

Síntomas para acudir a consulta

Los casos que presentan síntomas relativos a congestión venosa en las extremidades inferiores son fácilmente detectables al aparecer por la actividad diaria de la persona al ir a trabajar o estar de pie. Esto puede ocasionar que, al final del día, se tenga una sensación de molestia, dolor, hinchazón o tensión en las piernas. Los síntomas son principalmente físicos, aunque también pueden ser de otra índole cuando, por ejemplo, alteran el sueño

A menudo, estas molestias se asocian al cansancio propio tras una jornada de trabajo. Sin embargo, pueden estar ocasionadas por un cúmulo de líquidos que están refluyendo hacia las zonas declives del cuerpo y que, normalmente, no se consulta porque parece algo inherente y normal del día a día. Cuando la persona experimenta dolor, incomodidad, pesadez en las piernas (que se agudiza al final del día), edemas en los tobillos, calambres, sensación de cansancio permanente, que empeora cuando está en reposo, elevando las piernas o metiéndolas en agua fría, es señal inequívoca para acudir a consulta, subraya la doctora García.  

Las varices se pueden contener para prevenir complicaciones siguiendo los consejos médicos, pero no desaparecen de manera natural

Una vez allí, la primera parte siempre consiste en una aproximación no invasiva donde se aconseja la actividad física, la dieta y la hidratación. Cierto grado de ejercicio o movilidad hace que los músculos se contraigan y relajen, oprimiendo a las venas para que la sangre retenida sea expulsada hacia arriba en dirección al corazón, el verdadero destino. También se recomienda la compresión y la farmacoterapia en ocasiones. Una vez pasado este estadio y cuando los consejos y tratamientos de la medicina primaria no sirven, hay que acudir al especialista y pasar a otro tipo de intervención.

Varices en localizaciones atípicas

Una creencia extendida en torno a las varices es que sólo aparecen en las piernas, al ser una de las partes más visibles del cuerpo. Sin embargo, allá donde existan venas, puede haber una variz, explican los doctores. Al tratarse de una dilatación venosa y un sentido de reflujo contrario al que debería, una persona puede presentar varices en el tronco del cuerpo y en brazos. También existen varices pélvicas, testiculares, vulvares o esofágicas, que suelen ocurrir debido a problemas hepáticos como cirrosis, pudiendo ocasionar hemorragias digestivas y sangrados. 

Las varices suponen un estancamiento de la sangre que no fluye bien hacia el corazón, su verdadero destino.

Prevención y tratamientos

La aparición de varices tiene un origen multifactorial. Hay factores de riesgo como la obesidad y el sedentarismo, aunque también es habitual la existencia de un componente genético, hereditario o subjetivo de la persona que favorezca la aparición de varices. Una vez que aparecen, no se eliminan espontáneamente ni desaparecen, pero sí se puede controlar y prevenir su progresión, así como las complicaciones graves como trombosis o hemorragias a través de tratamientos específicos.

Para la eliminación de aquellas varices más limitantes, hoy en día, las sociedades científicas recomiendan técnicas no invasivas con anestesias leves como primera opción terapéutica. En este sentido, los métodos más eficaces son los tratamientos endovasculares, a través de láser o radiofrecuencia. En segundo lugar, están los pegamentos o sustancias líquidas que se inyectan dentro de las venas y pegan sus paredes, así como la cirugía mínimamente invasiva o flebectomía.

Técnicas no invasivas

Estas técnicas modernas se clasifican en térmicas y no térmicas. Las primeras, a través de láser o radiofrecuencia, incluyen un catéter que, con una punción de 2 mm en la pierna, permiten crear una reacción calorífica en el interior de la vena, colapsando sus paredes para que por ahí no vuelva a pasar el flujo. Esta técnica provoca una mejoría en cuanto a la recanalización, ya que la vena no vuelve a salir. En las técnicas no térmicas se aplican pegamentos y/o espumas dirigidas con catéteres que, de manera mecánica, pueden realizar alguna rotación provocando que las venas se adhieran. 

Las técnicas que implican la inyección de líquidos y espumas se pueden practicar en consulta, eliminado el ámbito quirúrgico. En estos casos, se emplean anestésicos locales para dormir sólo las zonas en las que se va trabajando con la vena. La anestesia local también permite una recuperación más rápida y una incorporación inmediata a la vida habitual. 

Por el contrario, todo lo endovascular, y lo que implique el uso de un catéter, fibra o aparato dentro de una vena, es preferible hacerlo en un hospital por la seguridad que aporta al paciente, coinciden los doctores. En un centro hospitalario se puede administrar medicación para el dolor si se requiere y, en el caso de que haya complicaciones, hay acceso a medios más seguros y cómodos para el paciente.