Cuando Pedro Sánchez decidió adelantar las elecciones generales, que tuvieron lugar en julio, muchas miradas se giraron de inmediato hacia la presidencia de turno que asume el Estado español en el Consejo de la Unión Europea, que empezaba ese mes y acabará en diciembre. Como cabía esperar, la presidencia arrancó a medio gas, con la mayor parte del Gobierno español en campaña electoral. El propio Sánchez, a pesar de su perfil europeísta y de lo cómodo que se mueve en esos ambientes, canceló la rueda de prensa de la Cumbre UE-Celac que reunió a una multitud de líderes americanos y europeos, precisamente porque tenía que participar en un mitin en Donostia. Poco antes había dado plantón a una cena de gala, por un mitin en Huesca. El escenario amenazaba con ser más peliagudo aún tras las elecciones, en el caso de que se produjera un cambio de gobierno a favor de Alberto Núñez Feijóo. Pero ese riesgo de presidencia europea interruptus se ha desvanecido ya. La ausencia de opciones de Feijóo y los plazos del calendario le aseguran a Sánchez el mando europeo en lo que queda de año, logre o no ser investido, y haya o no que repetir las elecciones.

El debate de investidura de Feijóo tendrá lugar los días 26 y 27 de septiembre, y se espera que el Congreso tumbe su propuesta. A partir de ahí, comenzaría a correr el plazo de dos meses para intentar una investidura exitosa. El socialista Pedro Sánchez tendría margen hasta el 27 de noviembre y, si tampoco él lo lograse, se celebraría una repetición electoral el 14 de enero. Por lo tanto, Sánchez podrá seguir ocupando la presidencia europea, ya sea en funciones y con unas elecciones en enero, o bien como presidente reelegido si superase el trance el 27 de noviembre o antes. 

De esta presidencia depende la puesta en marcha del proceso para crear la macrorregión atlántica. Esta macrorregión la defienden a capa y espada la comunidad autónoma vasca y la navarra, así como varios territorios de un total de cinco estados que se juegan no perder su influencia en el diseño de las conexiones ferroviarias y energéticas, en una Europa que mira cada vez más hacia el este y no al oeste. 

¿Puede hacerlo en funciones?

En las últimas jornadas se ha generado un amplio debate sobre el margen de actuación que puede tener Sánchez estando su gobierno en funciones desde las elecciones de julio. Está claro que no puede aprobar unos Presupuestos ni proyectos de ley, y que se debe limitar al despacho de los asuntos ordinarios salvo razones de interés general. Los ámbitos consultados por este periódico aseguran que Sánchez tiene intactas sus funciones al frente de la presidencia europea. Aseguran que las decisiones sobre la macrorregión no son de ámbito español ni afectan a la organización administrativa del Estado, sino que son decisiones de ámbito europeo sujetas a la legislación europea. Por lo tanto, Sánchez no podría recurrir al argumento de que se encuentra en funciones para no activar el procedimiento de la macrorregión. Los plazos transcurren en paralelo a las negociaciones para la investidura, que ahora mismo son el principal foco de interés del PSOE.

El Gobierno vasco trabajaba con la hipótesis de celebrar un acto en Euskadi en noviembre, con autoridades de los estados implicados, que sirviera de pista de aterrizaje a Sánchez para elevar el mandato en diciembre, aunque el plan se puede complicar si todo va dirigido a una repetición electoral. El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha liderado esta demanda como presidente de turno de la Comisión del Arco Atlántico. El objetivo es llegar a tiempo para un trámite crucial: el debate del marco financiero de la Unión Europea para el periodo posterior a 2027. El debate de este marco ha comenzado ya, y los territorios del atlántico quieren influir, incorporar sus proyectos y que obtengan financiación. A Sánchez le correspondería iniciar el proceso para crear la macrorregión, elevando un mandato a la Comisión Europea. Los territorios implicados han realizado ya el trabajo de base, aprobando la declaración de Cardiff del 23 de mayo con sus prioridades y el modelo de organización interna del ente, siguiendo el modelo de cogobernanza de la macrorregión alpina.

Esta demanda va mucho más allá de las comunidades autónoma vasca y navarra: interesa a la Asamblea Regional Norte y Oeste de Irlanda, Gales, Normandía, Bretaña, País del Loira, Nueva Aquitania, Cantabria, Asturias, Galicia, Norte de Portugal, Lisboa y Valle del Tajo, Alentejo y Andalucía.

Respaldo del PP

El listado es amplio y la reivindicación es transversal, ya que tiene el respaldo de adscripciones políticas diversas, también del PP. Por tanto, un cambio de gobierno con Feijóo al frente no hubiera truncado las expectativas, pero sí podría haber ralentizado el proceso por el traspaso de papeles. Además, el PNV rechaza negociar con Feijóo porque en su operación es necesaria la concurrencia de la ultraderecha de Vox. 

Todo dependerá del nivel de prioridad que le dé Sánchez a este asunto. En su programa para la presidencia europea, de 52 páginas, solo aparece de refilón cuando promete promover “el debate sobre el desarrollo de estrategias para regiones marítimas con especificidades geográficas comunes, como la macrorregión atlántica”, sin dar plazos.

Mientras tanto, la agenda de la presidencia europea sigue adelante. El 5 y 6 de octubre, en Granada, Sánchez tendrá que ser el anfitrión de una cumbre de la Comunidad Política Europea y del Consejo Europeo extraordinario como presidente de turno. El mes que viene, tendrá que presentar sus prioridades en el Europarlamento.