Jon Rahm regresa a la actividad después de su floja actuación en el Masters de Augusta. Mientras el ganador de la chaqueta verde, Scottie Scheffler, repitió victoria en el RBC Heritage para sumar su cuarto triunfo, con un segundo puesto, en los últimos cinco torneos, el golfista de Barrika sigue en busca de romper la sequía que inició hace un año. Eso le supuso bajar al cuarto puesto del ranking mundial y esta semana caerá al quinto en un momento en que Scheffler se ha erigido en dominador absoluto, con logros que le acercan al mejor Tiger Woods.

A estas alturas, el ranking no es una prioridad para el vizcaino, sino saborear de nuevo un triunfo. Para ello, tendrá una nueva oportunidad en el LIV Golf de Adelaida, que se juega en The Grange Golf Club, un campo de par 72. Saldrá para jugar la primera vuelta en esta próxima madrugada desde el tee del 1 junto al australiano Cameron Smith y Sergio García. Ya se ha visto que acabar entre los diez primeros se ha convertido en rutina desde que Rahm desembarcó en el circuito saudí y ahora en la sexta cita se trata de conseguir eso que le ha faltado para aspirar a las victorias. Ha ganado por equipos dos veces, pero eso no colma las aspiraciones de un jugador sobre el que recaen las miradas y las mismas preguntas en cada torneo que juega.

En la ciudad australiana, le han vuelto a cuestionar sobre el acuerdo definitivo entre los distintos actores del golf mundial y Jon Rahm ha respondido que no sabe en qué estado están las negociaciones que empezaron hace casi un año. “No he hablado mucho con los jugadores del PGA Tour, pero no sé si es más impaciencia o desconocimiento lo que hay”, comentó en Adelaida. Y es que en su día se interpretó el paso de Rahm como una manera de impulsar, por su capacidad de influencia, ese acuerdo que no acaba de llegar. “Los que son más inteligentes que yo sabrán que es lo mejor para el negocio”, añadió.

Otra cuestión fundamental para Rahm es que el LIV Golf acabe adoptando el formato de cuatro vueltas y ya ha manifestado su posición favorable a ello, pero también choca con los principios que llevaron a la creación del LIV, que era jugar menos golf a cambio de más dinero. El barrikoztarra considera que este movimiento podría desembocar en “hacer del golf un producto a escala mundial al hacer que todos los circuitos se jugaran bajo las mismas reglas, como ocurre en otros deportes”. Los datos de audiencia ya han demostrado que la división no es buena para nadie y este fin de semana de nuevo los aficionados tendrán que repartir su atención para seguir a los mejores jugadores del mundo.