UN año después, se produjo la misma imagen, pero con los papeles cambiados. Jon Rahm invistió con la chaqueta verde de ganador del Masters de Augusta a Scottie Scheffler, que a su vez se la había impuesto al barrikoztarra en la edición anterior. El triunfo del número 1 del mundo no tuvo ninguna discusión, fue inapelable, como amargo fue el trago que tuvo que pasar el vizcaino tras su peor actuación en Augusta y tener que esperar casi tres horas hasta cumplir con el protocolario acto, el último de una semana que para Rahm comenzó llena de ilusión y expectativas y acabó en medio de la decepción tras no jugar ninguna de sus cuatro vueltas por debajo del par y sufrir mucha exigencia mental, también de puertas adentro.

Una semana nefasta con el putt arruinó todas sus posibilidades de victoria, pese a que fue el jugador que cogió más greenes en regulación. Solo tres jugadores han logrado repetir victoria en el Masters, así que no debe ser fácil, pero acabar en el puesto 45, igualado entre otros con Txema Olazabal, que ha tenido un rendimiento admirable, y Brooks Koepka, su gran rival el año pasado, no es lo que se esperaba de Jon Rahm. En cambio, Scheffler llegaba como gran favorito y confirmó su condición de mejor golfista del momento, ya que igualó a Tiger Woods como ganador del The Players y el Masters en el mismo año, al que añadió también su triunfo en el Arnold Palmer Invitational. Son ya 83 semanas al frente del ranking mundial para un jugador que no hace ruido, pero es extraordinariamente preciso en sus golpes, y su dominio se puede prolongar durante mucho más tiempo, ahora que está a punto de ser padre por primera vez. ”Solo traté de mantener la calma y acertar en los golpes claves”, resumió Scheffler.

En cambio, Rahm cae esta semana al cuarto puesto mundial, obligado como está a lograr buenos resultados en los majors para mantenerse arriba. Se ha querido interpretar este mal resultado, a veinte golpes del ganador, como una consecuencia de su paso al LIV Golf, aunque esto es algo que tendrá que valorarse más adelante, con más semanas de competición. El golfista de Barrika aseguró antes del Masters que llegaba más fresco físicamente, pero da la impresión que su juego no estaba redondo, por más que le haya servido para hacer cinco Top 8 en cinco citas del LIV. Eso se ha reflejado en los decisivos pares 5 del Augusta National, de los que ha salido con el par en 16 hoyos. El año pasado Rahm se presentó en Augusta con tres victorias y veinticinco vueltas completas de competición, ya que tuvo que abandonar por enfermedad tras la primera del The Players, más las tres del Mundial Match-Play que no llegaron al hoyo 18. Ahora solo han sido quince las rondas que ha disputado el barrikoztarra antes de Augusta que quizás han mitigado un poco ese fuego competitivo que ha acompañado su carrera. El calendario del circuito saudí tiene sus ventajas y sus inconvenientes y, por ejemplo, de aquí al PGA Championship que comienza el 16 de mayo en Valhalla, Rahm tendrá dos torneos en Australia y Singapur, pero entre este y el siguiente major, el US Open, pasará otro mes y solo jugará en Houston.

“En toda mi vida, solo ha jugado cinco torneos a tres vueltas, así que no se me debe haber olvidado jugar al golf tradicional”, comentó en Augusta cuando le pidieron explicaciones. Rahm insistió en que “físicamente me sentí muy bien, he mejorado mi nutrición y me siento fantástico. Habrá que analizar lo que ha pasado y pensar en el siguiente. Pero va a ser rápido”, comentó ante lo que le espera en el futuro, esa PGA Championship que no quiere plantear como una reivindicación ya que “no sería bueno. No me preocupa no haber ganado en un año porque en el golf pierdes o ganas por detalles”.