EN las campañas electorales para la presidencia del Athletic, una de las cosas más recurrentes es cargar contra Lezama: los que están, sus métodos, la efectividad del trabajo y, por supuesto, la dirección del proyecto. Los que aspiran al sillón de Ibaigane echan por tierra lo hecho anteriormente y prometen nuevas técnicas, todo muy moderno, y convertir la fábrica del Athletic en una máquina perfecta de crear futbolistas en todas las posiciones. El problema es que la mayoría no tiene ni repajolera idea de lo que se hace.

Una de las máximas es llegar y empezar a cargarte gente. Da igual la capacitación, condición, que sea o no histórico en el club, qué va, lo que prima es si eres más o menos del antiguo régimen o si puedes encajar. Lo del encaje viene marcado por la colaboración desde dentro en la llegada de los nuevos. En las pasadas elecciones alguno se cubrió de gloria. Lo captaron rápido. Si tu relación con quien dirigió Lezama era buena, estás fuera. Por cierto, menudo artista quien empezó a echar gente sin llegar a acuerdos. El club está perdiendo todos los juicios y las indemnizaciones no están siendo para nada baratas.

La piedra angular de esta Junta Directiva era el director deportivo y este duró menos que un caramelo en la puerta de un colegio, no llegó ni al día de los comicios. A partir de aquí, dudas y más dudas. La elección de un jefe para Lezama del perfil de Sergio Navarro sorprendió, pero había que concederle el beneficio de la duda. Pasados los meses solo ha tenido que tomar una decisión de calado y esta fue poner a un amigo al frente del Bilbao Athletic. Álex Pallarés naufraga partido a partido y ha logrado la friolera de seis puntos de treinta y tres posibles. Cogió el equipo en la décimo tercera jornada, margen de sobra. Patxi Salinas se hizo cargo del filial en la décimo séptima jornada y logró en esos mismos partidos ocho puntos más que Pallarés. Como los números no salen, desde dentro quieren vender la historia de que le herencia es la que es. Vaya cara.

Está muy bien hacer proyectos en ordenadores desde la trinchera. Todo se soporta con palabrería, apoyo en redes y dosis ingentes de vanidad -esto a alguno le sobra-. No se puede pasar de comentar el FIFA de la Play a manejar Lezama. La escuela es sagrada y los actuales están acabando con todo aquello que recuerda al ADN Athletic. No digo que deban estar todos los exjugadores rojiblancos por decreto, pero sí considero muy importante su presencia. La falta de rumbo y el liderazgo erróneo por parte de la Junta representada en Lezama son ya la comidilla del futbol vizcaino.

Resulta original asistir a cómo se está dejando morir al Bilbao Athletic. Utilizo esta palabra porque otra sería inquietante. El problema tiene difícil solución y depende del presidente exclusivamente. Como en los equipos pasa con los entrenadores, Jon Uriarte debe mover ficha y cambiar durante el partido a sus peones para motivar una variación en el resultado. Cada día son más los ecos de las marcianadas de directivos metidos a técnicos que van exhibiendo su atrevimiento por los campos de nuestro territorio. Lezama no es un juguete, no es para que tomen decisiones aquellos que no saben.