Mirémoslo así, el mapa del tesoro es una herramienta muy valiosa para hacerse con los sueños más añorados o aquellos propósitos con los que incluso, jamás te atreverías a soñar. Para alcanzar usa técnicas milenarias, como el poder de la palabra, la visualización creativa, el positivismo en acción y el agradecimiento. El mapa del tesoro es, vamos a decirlo ya, un documento en el que se plasman los buenos propósitos. El último que ha llegado a manos de la sociedad es el esquema del plan de Gobierno que se ha dibujado en el Ayuntamiento de Bilbao.

Con solo ver a diario tus metas y sueños, se va creando una determinación dentro de ti que te impulsa a desarrollar los pasos de acción necesarios para que te vayas acercando a tus anhelos, hasta que se hagan realidad. En los primeros renglones de ese testimonio bien pudiera leerse algo así como que el cambio social es una batalla para toda una vida. Incluso así, la corporación que rige Juan Mari Aburto, que ayer presentó 80 proyectos a cumplir recogidos en diez líneas de actuación, expresó un firme compromiso: explicar durante cada uno de los años de su legislatura, cómo va la hoja de ruta, qué se ha conseguido casi mes a mes.

Son muchos los sueños, ya ven. Ocho decenas. Una Casa de Mujeres, una Talent House, una forma de hacerse con el corazón indómito de la juventud... 80 planes que nacen del río de los sueños para desembocar en el mar de la realidad. Ojalá se consiga.

Viendo este afán uno recuerda un viejo texto de Eduardo Galeano, el sabio uruguayo del siglo XX. Lean lo que dijo.

“(...)aunque no podemos adivinar el mundo que será, bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed”.