Presentarse a la reelección en unos comicios supone inevitablemente rendir cuentas de tu gestión ante los votantes. A eso se enfrenta el presidente Sánchez el próximo 23 de julio. Para los españoles seguro que sus logros o fracasos en la política europea no serán determinantes a la hora de ejercitar su derecho en las urnas y, sin embargo, dada la enorme cesión de soberanía que el Estado español ha hecho a las instituciones europeas, sus decisiones en la UE han sido las más trascendentes de su mandato. Sánchez ha hecho gala de un profundo europeísmo y sus gobiernos han estado presentes con protagonismo en resoluciones que podemos calificar de históricas para el proyecto de construcción europea. La mutualización de la deuda con la creación de los fondos Next Generation para salir de la crisis provocada por la pandemia y la excepción ibérica para paliar la inflación de los precios energéticos, han sido sus dos mejores contribuciones, quedando para las sombras el adelanto electoral y con ello, abortar en gran medida su capacidad para dirigir la presidencia española de turno de la UE de julio a diciembre de este año.

CRISIS TRAS CRISIS

Sánchez ha gobernado en un periodo repleto de crisis sin precedentes. Primero la salida del Reino Unido de la UE, después la pandemia y ahora la guerra en Ucrania. Tres situaciones históricas a las que la Unión ha tenido que dar respuestas en plazos también desconocidos para las instituciones europeas. Salvo en las negociaciones pos-Brexit en las que el protagonismo de los Gobiernos Sánchez se circunscribió a la defensa de los intereses españoles en Gibraltar, en las otras enormes crisis vividas, ha tenido papel determinante en las decisiones. España como segundo país más afectado por la pandemia de la covid-19, solicitó la creación de un fondo de recuperación para salir de la crisis económica. Algo que no se puso en cuestión, pero sí la fórmula de pago del mismo. Como siempre estuvieron de un lado los austeros con Holanda a la cabeza y de otro España partidario de que dicha deuda fuera de todos los europeos. Finalmente, las tesis defendidas por Sánchez triunfaron y se creó el Next Generation EU.

El segundo gran éxito de Sánchez es el logro de la llamada “excepción ibérica” para España y Portugal a la hora de realizar el cálculo del precio de los combustibles. Ello ha supuesto que la inflación fruto de los costes energéticos haya sido la más baja de la UE a raíz de la guerra de Ucrania. España venía defendiendo, desde antes del conflicto, que el “mix” energético europeo no era el adecuado, pues, indexaba precios al gas cuyo valor se fijaba por las importaciones de Rusia. Ese debate ha desembocado finalmente en la discusión del modelo del mercado eléctrico europeo. En este mismo contexto, el Gobierno Sánchez ha impulsado la construcción del hidroducto Barcelona-Marsella, con conexiones previas con Portugal y extensión hasta Alemania, como una de las grandes infraestructuras energéticas de la RED III europea. Una apuesta por el hidrógeno verde que supuso una solución al proyecto MidCat a través del Pirineo que llevaba más de una década empantanado por la oposición de Francia.

LAS SOMBRAS

Como es lógico no todos son luces en la gestión europea de Sánchez. Fracasó en el intento de que Frans Timmermans, el candidato socialista, fuera presidente de la Comisión Europea, conformándose con la cristianodemócrata alemana, Ursula von der Leyen, con la que es cierto que después ha tramado una muy buena relación. Peor fue el fiasco de la candidatura para presidenta del Eurogrupo de su vicepresidenta económica, Nadia Calviño, a la que no le sirvió su curriculum en Bruselas para ser aceptada. España durante su mandato ha apostado por Josep Borrell como Alto Representante de Política Exterior y Seguridad de la UE, a diferencia de otras potencias europeas que han preferido carteras de peso económico o regulatorio. Si bien es cierto que el protagonismo concedido por la guerra de Ucrania a Borrell ha sido notable, se trata de una responsabilidad de mera coordinación y escasa capacidad de influencia para España. Respecto a la relación de la UE con América Latina, a expensas de ver los resultados de la cumbre CELAC-UE de julio en Bruselas tampoco ha cosechado éxito alguno. Y, como mayor sombra, sin duda tener que abortar su presidencia de la UE en el semestre julio-diciembre, adelantando las elecciones generales y quedando, pues, a la suerte de los votantes.