De auténtico derroche lujurioso puede calificarse el torrente de anuncios con los que las televisiones alfombran su emisión, que en estas calendas incrementan las llamadas al consumo y a la compra venta, en un ejercicio dislocado de clientes al ataque en días donde las calles son asaltadas, animados por pagas extra para arrasar con lo que el sistema lanza a los escaparates con imanes atractivos para hacer del comprar oxígeno vital del personal consumista. Este derroche viene potenciado por una catarata de spots que manejan todos los argumentos del marketing para hacer del comprar una exigencia de vida, a distintos niveles según las capacidades económicas del personal vapuleado por el ejercicio publicitario de atraer, convencer y machacar con insinuaciones, propuestas y ofertas de miles de productos que harán nuestra felicidad terrena. La oferta de perfumes y esencias es una catarata de recursos singulares y lujosos que convierten estas fechas en jornadas de compra compulsiva, animada por las técnicas audiovisuales. Escenarios atractivos, cuerpos esculpidos por la luz y el color, historietas de amor, pasión y derroche, con el objetivo de animar el mercado de la eterna insatisfacción. Es asfixiante el chorro diario de reclamos con estos mensajes para hacer picar al atónito personal inundado por las luces, colores, y modelos maravillosas de ver y desear en un despliegue de emociones para vender esencias perfumadas tan etérea como fugaces. Son tiempos de consumir vapores de lujo y emoción. La publicidad al servicio de marcas internacionales que acarician a los posibles compradores de estos lujos. Son los spots de clase, categoría y calidad derrochada en medio de torrentes mágicos de luz y color.