La coincidencia del comienzo de la Gran Recogida de Alimentos con el llamado Black Friday nos permite percibir el contraste de una sociedad bipolar. Por un lado, el consumismo de masas, con sus oscuras reglas de marketing, de precios presuntamente muy rebajados –a veces, inflados días antes para dar esa apariencia– y de creación de falsas necesidades de compra compulsiva. Por otro, la de las personas más vulnerables, para las que no hay más reglas que la supervivencia, con necesidades perentorias y reales, y la solidaridad de la sociedad civil y de la ciudadanía. La desigualdad en estado puro.