SI escuchamos los primeros discursos de los líderes políticos nada más ser elegidos, sobre todo si tienen lugar tras un proceso interno más o menos traumático o de tensión, todos ellos, sin excepción, anuncian que a partir de ese momento se van a poner a coser. A coser el partido, a coser las heridas, a coser lealtades. Lo dijo -cómo no- Pablo Casado tras su proclamación el pasado fin de semana como presidente del Partido Popular.

Esa labor, sin embargo, no es cosa de coser y cantar, con perdón de la gracieta. Me temo que Casado no sabe coser un botón. El nuevo líder del PP representa bien lo que se ha dado en llamar la nueva política, eso que lleva ya un tiempo demostrando que no hay nada más viejo. Durante la campaña de las primarias, la irrupción de un vídeo muy bien hecho contra Soraya Sáenz de Santamaría, titulado Cuéntame cómo vais a renovarnos, mostraba a viejas glorias del partido junto a la candidata, lo que generó mucho revuelo y más cabreo. Vídeo que luego tuvo su réplica en tono similar contra Casado. Basta con lanzar una mirada a la nueva dirección popular hecha a medida del flamante presidente para darse cuenta de lo que es para él la renovación: Teodoro García, Maroto, Tirado, Zoido, Dolors Montserrat, Cosidó, González Pons, ¡Carlos Iturgaiz!...

Mucho no se ha esmerado Casado en coser. La propia Sáenz de Santamaría ya se encargó de escenificarlo con una ruptura del diálogo porque la integración que pretendía y que juzgaba “digna” era rechazada por Casado.

Conste que la teoría es buena, en eso la nueva política, sea de derechas, de izquierdas o mediopensionista, es impecable: “pasado el proceso interno, ya no hay facciones, no hay corrientes, no hay equipos diferentes, todos somos el PP, yo quiero a los mejores”. Si eso fuera cierto, y visto el resultado, habría que convenir en que el PP carece de cuadros para afrontar una renovación profunda, un cambio necesario para una regeneración real. Un poco más y le ofrece a José María Aznar un puesto en Génova. Al tiempo. La regeneración ni se atisba.

Pero más allá de los nombres y de los problemas que pueda tener Casado para integrar a las diferentes familias del PP, lo que puede interesar a la ciudadanía es de qué manera afronta el nuevo líder la política del día a día. Y viene pisando fuerte. La primera iniciativa parlamentaria, según anuncia, será para incorporar al Código Penal un nuevo delito: la sedición impropia y la convocatoria de un referéndum ilegal. ¿Es eso nuevo? No, es la vieja política de siempre. De la mala. Casado no solo representa un giro aún mayor a la derecha. Es que si le dejan un poco, nos coloca el Fuero de los Españoles y el Tribunal de Orden Público como iniciativas de futuro. Más a la derecha, la pared.