El obispo de Bilbao declaraba que está preocupado por los efectos adversos del calentamiento global. Bilbao sin ir más lejos es un horno de hormigón y asfalto con arbolitos enanos monísimos que no dan sombra pero molan. El alcalde de Bilbao, una vez decidido el arboricidio en San Ignacio, impulsa ahora la eliminación de numerosos árboles en Artxanda para hacer parkings. Deseo que no sea cierto y que el que quiera subir allí lo haga en el funicular, a pata o en bus. Se nos llena la boca con las palabras vacías como amabilización, sostenibilidad y bla bla bla y talamos árboles de gran porte y copa grande en aras de hacer negocio rápido con un parque de atracciones “referente mundial” que es lo que se busca en el “pulmón de Bilbao”. Quitamos los coches de las calles y los subimos al monte. No entiendo nada. ¡Más madera, alkate!