Descubrí hace nada la pequeña historia de Gloria, una niña de apenas 12 años y que sueña que algún día pueda dedicarse a la ciencia o la tecnología ( le apasionan) o quizás ser médica en el campo de refugiados donde vive con su familia... Ese es su sueño, estudiar ahora y luego salvar vidas. El sueño y la ciencia de Gloria, más encomiable si cabe, viniendo de las duras condiciones en las que vive y estudia, es todo un ejemplo para las niñas del llamado primer mundo que quieran dedicar su vida, en su futuro de adultas, a la ciencia, considerando que, a lo mejor, tendrán mejores facilidades para ser científicas o tecnólogas. Cada 11 de febrero, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, instituido precisamente con el objetivo de poner en valor, la enorme brecha entre hombres y mujeres, que desarrollan una profesión científica, una brecha si cabe mayor, viendo las pocas y escasas oportunidades que tienen las niñas como Gloria. Ese trabajo es y seguirá siendo largo y arduo, pese a los avances conseguidos. Se seguirán necesitando más becas -mejor dotadas- y carreras mejor pagadas, equiparándolas a las de sus colegas masculinos. Mientras tanto, Gloria seguirá: su ciencia, su sueño.