CIENTOS de ertzainas invadieron ayer las vías del tranvía de Gasteiz y dejaron a otras cientos de personas usuarias sin servicio durante más de una hora. Claro, era previsible, tenían el aval del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco para hacerlo. Siempre exigiendo un orden lógico (solo faltaba), pero con un permiso de libertad que a otros colectivos y asociaciones no se concede. Y, si algún manifestante se pasa de la raya, antidisturbios al canto. Derechos unos por encima de otros que provocan antipatía hacia quienes integran uno de los pilares fundamentales de nuestro autogobierno. Habrá más.