L igual que le sucedió a Borges, "Debo a la conjunción de un espejo y las visitas habituales a la Casa de Juntas el descubrimiento de un enigma. El espejo, pintado en un cuadro, inquieta al observador al fondo del salón de Plenos de Gernika, colgado sobre la puerta que comunica con el árbol. Desde el cuadro, apenas visible, una superficie vacía nos acecha. Mirándola, descubrí que tiene algo de monstruoso pues sus desaparecidos reflejos velan un misterio".

El espejo aparece pintado en el cuadro que preside nuestra iglesia parlamento en Gernika, aparentemente vacío y con un mensaje a sus pies. La obra decora el salón de plenos. Hasta hoy su significado permanece oculto.

El Besamanos al Rey Fernando el Católico es obra de Francisco de Mendieta. El óleo, mal iluminado, cuelga a altura excesiva, enfrentado a la Presidencia y al Altar, lo que hace difícil observar sus detalles a simple vista. Mendieta es un pintor e historiador vizcaíno de la segunda mitad del siglo XVI. Nacido en el valle de Ayala (Álava), se le conoce como habitante de Bilbao.

El lienzo tiene un especial interés para la historia de Bizkaia por incorporar motivos históricos, motivos etnográficos (presencia de los Parientes Mayores y linajes de Bizkaia, y mujeres casadas con los tocados específicos de cada población vizcaína para simbolizar las anteiglesias, ciudad y villas del Señorío), y motivos filológicos (cartela explicativa de la jura en euskera vizcaíno del siglo XVII), y ser además de ser una obra de enorme complejidad simbólica.

El cuadro incluye además imágenes y textos de difícil interpretación que ocupan sobre todo la parte alta del cuadro: un carro tirado por lobos, una figura femenina con un ave fénix sobre su cabeza y armada de una lanza, varios personajes portando objetos delante del carro, escudos, banderas caídas a los pies del vehículo y numerosos textos escritos sobre filacterias (bandas de tela).

El espejo, ubicado en el extremo superior derecho del cuadro, carece de imagen reflejada en su superficie (¿o quizás está recubierta de pigmento, pues parece haber sombras?) y dos personajes a su lado miran hacia su interior. Uno de ellos lo sostiene desde atrás y el otro apunta con una ballestilla o arco hacia su superficie, aparentemente vacía. La mujer del carro también mira hacia el espejo.

Un texto bíblico enigmático aparece en una filacteria al pie del espejo y transmite un mensaje en relación con su significado para el pintor y para quién encargó la obra.

El cuadro fue terminado en 1609, aunque pudo ser más tarde "repintado" en ciertas partes, lo que podría haber alterado u ocultado deliberadamente parte de la información que contenía.

La historia de esta pintura es enigmática. No hay documentos que acrediten el destinatario inicial de la obra, pero hay consenso en que no se pintó ni para la Diputación ni para las Juntas Generales. En los archivos de estas no consta ningún encargo a Mendieta ni tampoco ningún pago por dicha obra.

En cambio, se sabe documentalmente que solo unos meses antes, en 1608, Juan de Idiaquez, embajador y consejero de Felipe III, en visita al Señorío adquirió un lienzo a Francisco de Mendieta que el registro define como "de los trajes de Vizcaya" (sic).

Sabemos que Mendieta pintó diversos cuadros que hoy se conservan donde aparecen mujeres casadas vizcaínas con sus tocados típicos de cada población. Incluso aparecen algunos tocados de localidades de fuera de Bizkaia. ¿Es el Besamanos la obra adquirida por Idiaquez en 1608? Saber quién fue el destinatario y comprador del cuadro es muy importante para comprender su significado. Juan de Idiáquez fue un personaje poderoso en la Corte de los primeros Austrias. Ya su padre, Alonso de Idiáquez, fue Secretario y Consejero del emperador Carlos V.

Juan de Idiaquez nació en 1540 y al igual que su padre se convirtió en uno de los vascos más poderosos y prominentes de su época. Ministro Secretario de Estado de los reyes Felipe II y Felipe III durante muchos años, fue además presidente del Consejo de Órdenes, Embajador en Génova y Venecia, Comendador Mayor de León, y otros muchos cargos. Murió en Segovia en 1614, y actualmente está enterrado en el Convento de San Telmo, en San Sebastián, junto a la magnífica tumba de sus padres.

Idiaquez fue un hombre con enorme interés en los asuntos vizcaínos, su historia y tradiciones, por lo que bien pudiera ser el comprador inicial del Besamanos. Y por su conocimiento de la política y la sociedad del Bilbao, donde era preboste, y de la Bizkaia de su época podría comprender perfectamente los contenidos simbólicos y mensajes existentes en el cuadro de Mendieta, muchos de los cuales hoy no entendemos bien.

A partir de 1609, se pierde la pista del cuadro hasta finales del siglo siguiente. Algunas fuentes hablan de un desconocido capitán mercante vizcaíno que lo encuentra a mediados del siglo XVIII en una taberna de Londres, lo compra y lo trae a Bizkaia para ofrecerlo al Señorío. Pero de esta historia no hay certeza alguna.

Lo que sí está documentado es que más o menos hacia 1773 José Juan de Urrutia realiza una copia del cuadro, y al poco Valentín de Mugartegui escribe a Xabier de Munibe, Conde de Peñaflorida, respecto a la posible compra de un cuadro "de la Jura del Rey Catholico". Parece que la Diputación se anticipa y adquiere la obra.

Una vez la obra en poder de la Diputación, el óleo se lleva a Santa María de la Antigua en Gernika, sede de las Juntas donde se encuentran los cuadros de los primeros Señores de Bizkaia decorando las paredes del templo. De dicha presencia en La Antigua da fe un texto escrito en la cartela de la copia del cuadro realizado por Urrutia, hoy en un despacho en Gernika. La iglesia de la Antigua es demolida en julio de 1827. Los cuadros que contenía son retirados temporalmente. En 1829 el pintor bilbaíno Anselmo Joseph de Rada hace retoques del cuadro de Mendieta, además de añadírsele un marco dorado.

Terminadas en 1833 las obras de la nueva Casa de Juntas (el edificio actual), el cuadro original se cuelga en el salón de plenos frente a la capilla, a una altura tal que impide ver sus detalles. Todo sigue igual durante los decenios siguientes hasta que, ya abolido el régimen foral, en agosto de 1889 Anselmo de Guinea recibe de la Diputación la orden de restaurar los cuadros existentes en la Casa de Juntas y, al limpiar el Besamanos, descubre la firma de Mendieta en el lienzo. La autoría del cuadro comienza a ser conocida. Manuel Losada en 1913 se lo lleva para formar parte de la colección del nuevo museo de Bellas Artes en Atxuri (Bilbao). También restaura algo el lienzo y comprueba la firma de Mendieta.

En noviembre de 1936, en plena guerra civil, el cuadro es llevado desde el museo al despacho del Presidente Aguirre en la nueva sede del Gobierno Vasco, en el Hotel Carlton de Bilbao, para decorar el mismo. Por tal motivo es presentado a la prensa por Jesús María de Leizaola el 20 de dicho mes de noviembre.

Terminada la guerra, el cuadro se lleva a dependencias del Palacio Foral, acabando en los años sesenta en la planta noble. Finalmente, con la recuperación de la democracia y las Juntas Generales el cuadro vuelve a la Casa de Juntas. La Diputación y las Juntas disponen de al menos dos copias antiguas de la obra, una de los cuales se encuentra en la planta noble del Palacio Foral, y otra en el despacho de la Presidencia de las Juntas en Gernika.

Pero ¿qué significado tiene el espejo presente en el cuadro? El texto de la filacteria situada a sus pies fue leído por Manuel Llano Gorostiza como "Sagite parvulorum plaget", frase que no entiende y cree un error derivado de un pobre conocimiento del latín por el pintor, cosa incierta pues era hombre cultivado. Tampoco ofrece interpretación sobre el significado del espejo y el personaje de la ballesta, y ni menciona al que lo sostiene.

Sin embargo, en realidad, el texto sí tiene sentido, pues es parte del verso octavo del salmo 64 de la Biblia Vulgata latina, tomada de la Biblia llamada Septuaginta (versión griega denominada de los Setenta, realizada en Alejandría el siglo II.a.C.). No es el texto habitual usado hoy en día, ni tampoco en el siglo XVII, para dicho salmo 64 (en la Septuaginta se numera como salmo 63) por existir diferencias de lectura sobre palabras del texto original hebreo de los salmos. Pero no era desconocido entonces.

Mendieta resume en tres palabras el salmo 64, estrofa octava, que reza: "Sagittae parvulorum factae sunt plagae eorum". La traducción es: "Las plagas (daños) que ellos hacen son como de flechas de (lanzadas por) niños".

¿A qué daños se refiere y causados por quién? ¿De qué tipo de asunto se trata? ¿Quién encargó el cuadro y sufrió algún daño o conspiración a comienzos del siglo XVI? ¿Es Idiáquez? ¿Y por qué se alude a ello con una versión no habitual del salmo 64 en una época en la que la religión exigía una ortodoxia absoluta en las citas?

Es muy posible que los destinatarios del reproche recogido en la filacteria tuvieran su imagen en el reflejo del espejo, y fueran seguramente gentes principales, conocidas no solo para el pintor sino para Juan de Idiáquez y sus contemporáneos. En algún momento se decidió ocultarlos. Ahora el espejo de Gernika carece de imágenes en su superficie, solo se atisban sombras. Es un espejo pintado que oculta un enigma.

Pero un espejo que no refleja imagen es el espejo de la muerte, sobre el que escribió Unamuno. Por ello se velan los espejos de una casa si ha fallecido alguien, para evitar que atrapen el alma del difunto y quede perdida para toda la eternidad. Como cantaba Borges sobre los espejos: "¿Por qué en la sombra de súbito reflejo, eres el otro yo de que habla el griego y acechas desde siempre?". l

* Apoderado en las Juntas Generales de Bizkaia 1999-2019