NUNCIADA a finales del año pasado, la nueva edición del binomio X3 y X4 acaba de llegar a los concesionarios. La puesta al corriente de cualquier automóvil pasa inevitablemente por dos facetas, la estética y la técnica, y los dos SUV intermedios de la familia bávara no son una excepción. Así pues, maquean su contorno asumiendo los últimos postulados del diseño BMW, con lo que ganan empaque y expresividad. Por lo que se refiere a los contenidos, X3 y X4 completan su electrificación extendiendo a todas las motorizaciones diésel y gasolina clásicas, no así a las deportivas, la hibridación ligera a 48V, que otorga la etiqueta Eco. BMW también aprovecha el trance para incrementar la provisión tecnológica de ambos productos, en consonancia a una tarifa que arranca en 52.600 euros en el X3 y en 57.400 en el X4.

Aunque uno y otro modelo provienen de un mismo proyecto de SUV de gama media-alta, muestran fisonomías y realidades dispares. Por eso, la elección entre X3 y X4 es, en el fondo, una cuestión de forma. De preferencias estéticas y de necesidades prácticas. El diseño propicia, una vez más, que dos productos con un origen común acaben por derroteros tan opuestos. Raras veces la discrepancia de estilo provoca tal contraste, no ya visual, sino también de identidad y destino.

El X3 constata el buen hacer de la casa alemana a la hora de concebir y alumbrar un SUV de calidad. Posee casi las mismas cualidades que el impecable X5, pero con un tamaño y un desembolso más manejables. Esas mismas virtudes se transfieren al X4, adornado por una figura cupé mucho más sugestiva y algo menos práctica. Queda a juicio del consumidor decidir cuál de ellas es la idónea.

Al final, se trata de atender a la cabeza o al corazón. Optar por la razón supone apostar por la versatilidad de una carrocería tradicional de cinco puertas capaz de ofrecer hospitalidad a cinco adultos con maletas. Dejarse arrastrar por la pasión depara otro tipo de satisfacciones, más subjetivas. Sobre todo, permite disfrutar de un coche de diseño emocional, asumiendo que esa cualidad se cobra un evidente tributo en funcionalidad: el parabrisas trasero tan acostado comprime la cabina, mermando algo la habitabilidad de las plazas traseras, y un poquito el maletero. A la hora de la verdad, a bordo del X4 pesa más la sensación de menor desahogo que la pérdida real de espacio vital respecto al X3. En definitiva, se diría que pocos usuarios de X4 se pasarían al X3, quizá menos de los que harían el trayecto inverso.

La actualización de las dos creaciones confirma esa sospecha acentuando las cualidades respectivas. Comienza maquillando sus rostros, que adquieren prestancia gracias a la evolución de la inconfundible parrilla con los riñones de BMW. Flanquean dicho escudo unos grupos ópticos LED más finos, que pueden ser adaptativos e incorporar tecnología Matrix (de serie en el X4) e incluso luz láser de gran alcance. Otros retoques afectan a paragolpes, llantas, molduras, etc. En el caso de la declinación cupé también cambia algo el diseño de la zaga. El aspecto general de ambos coches varía aún más cuando se elige el paquete M Sport o las versiones M, disponibles como alternativa al acabado xLine del que ahora parte la gama.

La apariencia interna no difiere tanto. Destaca especialmente la inclusión en el puesto de mandos de un doble juego de pantallas táctiles de generosas proporciones. BMW dota a los dos modelos de un avanzado sistema operativo, que va extendiendo desde su gama superior. Ese progreso en la digitalización abre la puerta a funciones como Amazon Alexa, que consiente el control por voz de múltiples funciones del vehículo. La configuración actual de la cabina desplaza ciertos pulsadores (botón de arranque y parada, control de descenso de pendientes, etc.), ahora emplazados en la consola central, junto al selector de marchas. Además, los asientos delanteros presentan estructura anatómica.

La evolución más significativa de estos BMW es, con toda probabilidad, la que alcanza a los propulsores. La marca alemana prosigue su sosegado pero tenaz periplo hacia la electrificación plena. Avanza en ese proceso manteniendo en cartera variantes de explosión diésel y gasolina. Ahora las dota de sistema de hibridación ligera a 48V, consiguiendo así niveles de gasto y de emisiones que son recompensados con la etiqueta medioambiental Eco. Los propulsores exclusivamente térmicos quedan reservados a las versiones ultradeportivas de X3 y X4. El primero completa su catálogo con una propuesta PHEV híbrida enchufable y otra EV 100% eléctrica, ambas con credencial Cero de la DGT.

PÚBLICO

MINORÍA EXIGENTE

Ventas. La clientela de BMW muestra una clara predilección por las creaciones SUV. No obstante, el X3 y el X4 suponen juntos este año poco más del 13% de las ventas de la marca. Su público demanda sobre todo el X1, que aporta en solitario el 22% de los pedidos. El orden de preferencias registra a continuación al X2, seguido de cerca por el Serie 1; cada uno de ellos aporta casi el 14% de compradores. Así pues, salvo para ese pequeño contingente de clientes que los adquieren, el X3 y el X4 son para la mayoría productos aspiracionales.