La historia del motor pocas veces ha podido contemplar semejante época de dominación. Un binomio nacido para conquistarlo todo. Marc Márquez-Honda. La pareja perfecta. Pasión, talento, ambición, mecánica, músculo financiero... Sin embargo, toda etapa alcanza su fin. Antes o después. En el Gran Premio de Jerez de 2020, en el amanecer de un nuevo y esperanzador curso, comenzaron a precipitarse hechos que ahora acontecen. Viró el curso de la historia.

La noche se hizo de pronto en Jerez. Márquez se fracturó el húmero derecho. Luego llegó la sucesión de hasta cuatro intervenciones quirúrgicas; la última de ellas en 2022.

En paralelo, Honda comenzó a encadenar sus peores registros históricos. Plasmó sus dos peores rachas: 22 y 24 carreras consecutivas sin ganar en dos etapas diferentes. En Alemania 2022 y por primera vez en 40 años, ninguna Honda terminó en la zona de puntos. En Argentina 2023 no hubo una moto del equipo Repsol Honda en la parrilla de salida de la carrera. Además, desde la victoria de Cal Crutchlow en 2018, ningún piloto que no fuese Márquez ganaba una prueba hasta que lo logró Álex Rins este año. Signos evidentes del crepúsculo , quizás una muerte por éxito.

Y es que tal vez la gloria cosechada por la audacia del piloto venía enmascarando las carencias de la máquina o quizá la fábrica solo se centró en el desarrollo personalizado para Márquez. Lo cierto es que la Honda ha banalizado a campeones del mundo como Jorge Lorenzo, Pol Espargaró, Álex Márquez, Joan Mir y en los últimos tiempos al propio Marc Márquez, que ha amasado un botín de seis títulos mundiales, 59 victorias, 101 podios y 64 poles desde que diera el salto a MotoGP de la mano de la marca japonesa, que presionó para que un rookie pudiera recalar en un equipo oficial y lo consiguió con Márquez. Este permiso facilitó el hecho de que en su primera campaña, en 2013, se convirtiera en el ganador de un gran premio y el campeón mundial más joven en la categoría reina. Todo era idílico.

 Si bien, la victoria más reciente de Márquez se remonta al 24 de octubre de 2021 y el último de sus ocho títulos –seis de ellos con la Honda de MotoGP– data de 2019. La gloria es pretérita. Y el cuerpo humano sufre las sacudidas del tiempo, que se agota, que perece en cada carrera. Y es así como Márquez, un pionero que introdujo los codos en los trazos por las curvas, agotado de esperar en la búsqueda del rendimiento, se expresó en San Marino tras firmar un séptimo puesto que era el mejor resultado del año tras doce carreras: “El margen, la paciencia... El tiempo va pasando y lo que necesitas no son promesas, sino hechos. Ya no valen las palabras, tiene que haber hechos”.

Meditaba Márquez: confiar en una inminente mejoría de Honda o buscar la inmediatez de una moto más competitiva. El dilema está resuelto. La paciencia se ha consumido. “Gracias por este gran viaje juntos”. Es una despedida, y así sonaron sus palabras tras la última carrera, donde logró su primer cajón del año: “Es romántico volver al podio en casa de Honda”.

“Hemos compartido momentos inolvidables. Risas, lloros, alegrías, momentos duros, pero lo más importante: una relación única e irrepetible”, repasó el de Cervera, que a sus 30 años ha decidido que al término de la temporada abandona Honda pese a tener un año más de contrato. “Honda Racing Corporation (HRC) y Marc Márquez han decidido de mutuo acuerdo poner fin anticipadamente a su contrato”, notificó la marca del país del sol naciente, que alcanza el ocaso de la relación, que no ha logrado convencer a uno de los mejores pilotos de la historia y que de este modo agrava una crisis que se atisba duradera.

“Lo mejor para cada una de las partes es buscar otras vías en el futuro para alcanzar mejor sus respectivos objetivos y metas. HRC desea a Marc Márquez lo mejor en sus futuros proyectos”, manifestaron desde Honda, que cerrará así once años de colaboración. “Separados, pero siempre juntos”, expresó el catalán, que ahora deberá resolver el siguiente paso: dónde correrá. Se habla de que podría ingresar en el equipo Gresini, donde pilota su hermano a lomos de una Ducati, la moto por la que hoy en día suspira cualquier piloto.