"Sentimos una herida en el corazón cuando recordamos que Felipe Bediaga y los gudaris de su generación lo dieron todo por nuestra patria. Seguiremos guardando y difundiendo su nombre y su haber". Son palabras del lehendakari, Iñigo Urkullu, aportadas a este periódico en las que, a continuación, abunda sobre la figura del comandante del batallón Arana Goiri, del PNV, que perdió la vida en el monte Saibi en 1937. “Recordamos y homenajeamos a Bediaga, una persona joven, culta, trabajadora y comprometida con su pueblo. Ejemplo de una generación que lo dio todo, también su vida, por defender la democracia, la libertad y el autogobierno de Euskadi. Sentimos una herida en el corazón cuando les recordamos y nos comprometemos guardar siempre su recuerdo”, continúa el lehendakari sobre una generación que solo cuenta con el miliciano Mateo Balbuena vivo con 110 años cumplidos: “Felipe Bediaga y su generación son un ejemplo para su familia y para nuestro pueblo. Izan zirelako gara eta garelako izango dira! (porque fueron somos y porque somos serán)”.

Euskadi sufrió y resistió la ocupación de los a la postre franquistas en toda su geografía en la Guerra Civil. Bediaga y sus soldados de la compañía Kortabarria, del batallón Arana Goiri, llegaron al monte Saibi, y plantaron cara al gigante fascista que llegaba con apoyos internacionales: la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler. Aquel episodio en la muga vizcaina y alavesa se convirtió en una lucha encarnizada.

Aunque poco conocido, otro comandante del Euzko Gudarostea también perdió la vida en Saibi, denominación oficial, según Euskaltzaindia, y no la errónea Saibigain –cima de Saibi–. Así lo certifican Aitor Miñambres, director del Museo Cinturón de Hierro de Berango, y Alberto Sardón, miembro de Euskal Prospekzio Taldea, quienes no conocen foto del militar republicano. Hacen referencia a Rafael Anguiano, comandante intendente del batallón González Peña, y al mando un batallón de UGT. “Era natural de Erandio y vecino de Sestao”, ilustra Miñambres a este diario y aporta que Anguiano murió el 6 de abril de 1937 defendiendo la cumbre. Ante la ausencia de Críspulo San Miguel, comandante del batallón UGT 3 González Peña, Anguiano, que era comandante intendente, tomó el mando y dirigió la defensa. “Murió de varios disparos cuando los atacantes ya estaban cerca de las posiciones. Sus hombres, desmoralizados, se retiraron. Ese día se perdió el Saibi”, acredita.

Sobre Bediaga han trascendido más datos aportados por investigadores, su familia y periodistas. Hoy publicamos, incluso, una fotografía inédita aportada por su sobrina nieta, Teresa Usaola, en la que el nacido en Getxo y residente de la calle Askao de Bilbao aparece ataviado con el uniforme del servicio militar en Marruecos. “Allí, fue alférez de complemento”, agrega Miñambres.

Foto inédita del comandante Bediaga en Marruecos. ARCHIVO DE TERESA USAOLA

La sobrina nieta del comandante jeltzale ha sido una de las personas que ha conseguido que ayer comenzara la primera exhumación oficial y primera también con métodos científicos en Saibi, también conocido como el monte de la sangre. Consultada sobre cuál es el recuerdo heredado de la familia de Bediaga, Teresa Usaola sale al frente: “Nuestro recuerdo familiar es muy cariñoso. Nació en Neguri. Su padre era jefe de estación del tren y los hijos iban naciendo en el lugar donde se le asignaba al padre como jefe de andén”, avanza y da un paso más en su evocación: “El tío abuelo era un hombre culto, al que le encantaba la montaña –estaba en algún grupo mendizale de la época–, serio y contundente pero justo y sociable. Creyente y practicante. Muy involucrado en la comunidad”.

No obstante, la familia, como otras muchas represaliadas, no habló sobre la guerra. “Se hablaba de él a cuentagotas y cuando yo preguntaba de manera insistente. Era como tabú, por miedo a represalias. Tuvieron miedo toda la vida a hablar de él y del tema de la guerra. Hubo tanto sufrimiento que el hecho de hablar de esa época les dolía y preferían no remover”.

Teresa detalla que al cuñado de Bediaga, a su aitite, preso, después de salir de prisión, los franquistas iban de madrugada a casa y le hacían bajar a la calle en ropa interior solo por ridiculizarlo, por rojo. De hecho, Esteban Usaola tuvo un bar en las Siete Calles y se lo cerraron por su ideología, de ese modo se quedaron sin recursos económicos. Usaola no logra comprender cómo su abuelo consiguió a continuación un empleo como jefe de personal de la Sociedad Bilbaína y se jubiló en ese puesto de trabajo.

Miñambres, como Urkullu y Usaola, también tiene palabras para recordar la figura de Bediaga que es “tan meritoria como heroica. Cuando su país se vio atacado, él dio un paso al frente y se prestó a la defensa. No tenía obligación de hacerlo, ya no tenía edad de servir con las armas y podía haberse dedicado a una actividad más tranquila y menos peligrosa en retaguardia. Pero no, él, que tenía conocimientos militares, se ofreció voluntariamente a organizar las milicias vascas, el Euzko Gudarostea, y a dirigir un batallón, llevando su compromiso hasta las últimas consecuencias, hasta la muerte”.

Exhumación en Saibi

Estos días se prolongarán los trabajos de exhumación en Saibi, en cuya cima hay una cruz construida por los franquistas para su loa. Una placa a los gudaris y milicianos trató de resignificar ese legado fascista. La prospección ha sido posible gracias al tesón de Usaola, al trabajo invisibilizado de Euskal Prospekzio Taldea y de la sociedad de ciencias Arazandi sobre el terreno. En este caso, también de instituciones vascas, de hecho, fue Urkullu quien a nivel personal se comprometió a avanzar en la búsqueda.

En nombre de la familia de Bediaga, Teresa abraza a todos los entes y personas que han contribuido a que este “sueño de algo que no debiera haber ocurrido nunca” haya sido posible: “Desde Gobierno vasco –Urkullu, Nerea Melgosa, Iñigo Camino, Gogora…–, a Aranzadi –Paco Etxeberria, Lourdes Errasti y todos y todas sus colaboradores y colaboradoras–, al Museo del Cinturón de Hierro con Aitor Miñambres a la cabeza, Diputación de Bizkaia, Ayuntamiento Abadiño –al concejal y exalcalde local Mikel Garaizabal–, medios de comunicación, y sobre todo a los chicos de Euskal Prospekzio Taldea por su implicación, su cariño, su profesionalidad y su tesón. Sin ellos esto nunca sería posible”. Y pide disculpas “de antemano” si deja a alguien en el tintero. “Ha habido tanta implicación que seguro se me escapan muchos y muchas sin nombrar, familia, amigos, conocidos... Todos sois parte de esto. Eskerrik asko! Seguiremos al pie del cañón para poder dar su lugar a todos y cada uno de los que estén ahí arriba esperando a descansar al lado de los suyos”, concluye.