AMOREBIETA: Campos; Álvaro Núñez, Hernando, Gayá (Min. 86, Morcillo), Lasure; Dorrio, Sibo (Min. 57, Carbonell), Morán, Quintero (Min. 57, Rayco); Edwards (Min. 69, Eraso) y Da Graca (Min. 69, Jauregi).

CARTAGENA: Marc Martínez; Calero, Alcalá, Verdú (Min.79, Fontán), Arnau; Héctor (Min. 65, Mikel Rico), Musto, Luis Muñoz, Narváez (Min. 79, Umaro); Ortuño (Min. 84, Jony) y Juan Carlos (Min. 6, Jansson).

Árbitro: De la Fuente Ramos (Comité Castellano y leonés). Amonestó a Sibo y Hernando, por el Amorebieta; y a Musto y Arnau, por el Cartagena.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la octava jornada de LaLiga Hypermotion disputado en Lezama ante 1.178 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Tomás Goikoetxea, exjugador y extécnico del Amorebieta y por las víctimas del trágico incendio en la madrugada de este domingo en una discoteca de Murcia. Presenciaron en directo el duelo los jugadores del Athletic Iñaki Williams y Oihan Sancet.

Combate nulo. El Amorebieta se tuvo que conformar en Lezama con un empate sin goles en su enfrentamiento frente al colista de LaLiga Hypermotion, en un encuentro de mucha pelea y en el que el conjunto azul no sacó la versión de citas anteriores ante su gente y da por bueno el punto conocedor de que el Cartagena, sin ser mejor en el juego, sí gozó de las ocasiones de gol más claras, en especial en dos lanzamientos de los blanquinegros a los palos de la meta defendida por Pablo Campos en el tramo inicial del segundo periodo cuando los de Haritz Mujika, que siguen sin conocer la derrota en su feudo, padecieron sus peores minutos. El Amorebieta, que no se aleja de la zona peligrosa de la tabla, logró dejar su puerta a cero por tercer partido consecutivo en Lezama, que es el detalle positivo del partido, pero no generó apenas peligro en sus llegadas, lo que se entiende como un debe y que tiene corregir más pronto que tarde.

Mujika lo dejó caer en su comparecencia pre partido. Muchos de sus jugadores no están habituados a jugar tres encuentros en una sola semana, por lo que las rotaciones estaban cantadas. Podría ser en este caso, en el del jueves en El Ferrol o en el del próximo domingo en el derbi ante el Eibar. Probablemente, lo hará en todas estas citas, para comenzar en el duelo con el colista, ante el que presentó seis novedades en el once respecto al que ejerció de inicio en La Cerámica. Dos eran obligados por la lesión de Jorge Mier, que podría reaparecer en A Malata, y la baja de Xabi Etxeita, que padece una sobrecarga muscular, lo que suponía las entradas de Álvaro Núñez y Josep Gayá, central cedido por el Mallorca y que estrenaba titularidad. Las cuatro restantes se explican en motivos técnicos, con la presencia de Dani Lasure, también en su primera titularidad, en el lateral izquierdo en detrimento de Félix Garreta; de Kwasi Sibo, que recuperó su sitio en lugar de Álex Carbonell; Luis Quintero, por Jon Morcillo; y en punta el italiano Marco da Graca, que propiciaba la primea suplencia de Eneko Jauregi. Un plan inédito para hacer frente a un Cartagena reinventado con el sello de su nuevo entrenador, Julián Calero, que también introdujo seis novedades, entre ellas la del lateral derecho Iván Calero, que es hijo del míster, lo que ofrece su matiz curioso, propio de la prensa rosa. Sea como fuere, se trataba de hacer buena la fórmula del pasaitarra, que buscaba aire fresco ante la saturación de compromisos a corto plazo.

Lo cierto es que el primer acto se jugó a lo que quiso el Cartagena y, en concreto, a lo que quiso su entrenador. Se conoce el credo de Calero, pese a que lleve escasas fechas al frente del cuadro murciano y el propio Mujika lo había avisado el viernes. Los equipos del técnico madrileño priorizan el orden defensivo, un juego directo, de muchas caídas y continuas disputas. Ya lo mostró en su época en el banquillo del Burgos y en esta ocasión no iba a ser diferente. Al Amorebieta, por ello, le tocaba desactivar la idea de los blanquinegros, que no están para alegrías a tenor de su clasificación. Los azules lo sabían, pero el fútbol no es solo teoría. Hace falta más, o sea, calidad y argumentos para superar al rival. El colectivo zornotzarra no los tuvo en esos 45 minutos iniciales, aunque asumiera el dominio territorial bajo la dirección de Erik Morán e insistiera por los costados en los escasos resquicios que dejaba un Cartagena blindado en su parcela y empeñado en no dejar hacer a los de Mujika. Estos buscaron sobre todo a Josué Dorrio, desplazado al ala izquierdo, donde se las tuvo que ver con Iván Calero, al que superó en un par de ocasiones, pero sus centros no encontraron remate de sus compañero. El bilbaino, este domingo capitán y muy activo, incluso se atrevió con una semichilena que atajó sin apuros Marc Martínez. Dorrio lo intentó y también lo probó Quintero por el flaco derecho, pero las incursiones del colombiano se quedaron en nada. Un querer y no poder que no agobió a un Cartagena que se estiró lo mínimo, pero cuando lo hizo generó peligro, en especial en un golpeo a bocajarro de Narváez que sacó la zaga azul, novedosa en cuanto a su composición.

Si el primer periodo fue un tanto plano, el segundo presumió de lo opuesto, por lo menos en su arranque. Lo llamativo se detectó en que fue el Cartagena el que cogió el mando y solo necesitó veinte segundos para meter el miedo en el cuerpo de los azules, con un disparo de Calero que repelió el larguero de la meta de Pablo Campos, que volvió a asustarse diez minutos después en un golpeo de Luis Muñoz que se estrelló en el palo izquierdo de la portería vizcaina. Ver para creer. El Amorebieta pasaba por sus peores instantes y Mujika tuvo que tomar soluciones. Movió piezas, puso más posesión en la medular con la presencia de Carbonell y cambió la dupla ofensiva con las entradas de Javi Eraso y Jauregi, en tanto que en el Cartagena ya ejercía Mikel Rico, ex del Athletic y un viejo conocido por Lezama. El conjunto zornotzarra recuperó sensaciones y el encuentro se abrió en canal, en un toma y daca que podría marcar el desenlace final en una acción determinante. Sin embargo, esta no llegó y el empate, por tanto, no contentó a ninguno de los dos equipos.