“Si te digo la verdad, las regatas se ven mejor por la tele, pero ya que nos llevan, allá que voy. No sé, igual me escapo”. Bastan unos segundos de conversación para advertir que a cierta edad uno se puede permitir decir lo que le venga en gana, y más cuando es con educación y buenas dosis de humor. El caso es que Antonio Goenaga no se anda con rodeos. “Nací en Pasai Antxo, pero como este domingo no hay ninguna trainera de mi pueblo, puestos a elegir, voy con Urdaibai”. Antxon, como le conoce todo el personal del centro residencial DomusVi Berra, en el barrio donostiarra de Altza, hace gala de una mente lúcida y despierta, a sus 90 años.

De sus palabras se desprende gratitud a raudales por la iniciativa de Cruz Roja que brinda este domingo la posibilidad de seguir las regatas desde el Palacio de Miramar a más de una centenar de personas mayores usuarias de centros residenciales. “Y además, la final viene muy igualada. Ya veremos, si gana Orio tampoco pasa nada”, sonríe Antxon, mientras coge un pañuelo azul que se ata al cuello, en señal de apoyo a Urdaibai, la trainera que ha golpeado primero. 

El encuentro con este periódico “en el hotel de Benidorm”, como le llama al centro este simpático nonagenario, permite advertir que la calidad de vida no hay por qué perderla por el camino. “Nací el 31 de agosto, acabo de cumplir 90 años, y estoy en Berra desde hace dos. Bueno, el 6 de octubre se cumplirán dos años”, precisa.

Y pasa a rescatar de su memoria fechas, nombres y anécdotas, e incluso aprovecha para dar ciertas explicaciones técnicas sobre las regatas a Eneko Marín, un veterano voluntario de Cruz Roja que le acompaña, que no se perderá la cita en el Palacio Miramar. “Me metí de lleno en el área social porque es muy gratificante. Siempre suelo decir que ser voluntario es un acto egoísta, porque das, pero te reporta mucho más”, confiesa este profesor de Primaria de 47 años, que además saca tiempo para ser entrenador de voleibol. 

Fomentar la convivencia

“Es muy gratificante poder acompañar a personas mayores en actividades como el baño adaptado, las salidas a ver los fuegos artificiales, y las regatas de este próximo domingo. ¿Qué, Antxon? Igual nos podemos escapar por ahí un rato”, bromea Marín. Leire Soler le mira con cara de “no des ideas”. Ella es la técnica del programa de Mayores de Cruz Roja en Gipuzkoa. “La de la regatas es una actividad que fomenta la convivencia y evita el aislamiento y la soledad no deseada”, enumera. Así lo viene constatando con esta iniciativa la entidad social desde hace cuatro décadas, con la salvedad del parón obligado de dos años por la pandemia. 

Todos y todas a una. El domingo se moviliza una veintena de voluntarios, que acudirán a centros residenciales de todo el territorio para recoger a las personas usuarias para que puedan disfrutar de una jornada de deporte y de un almuerzo. “La satisfacción es ver a las personas felices y acompañadas”, reconoce Soler. 

Y Antxon parece estarlo. “Igual en casa podría vivir todavía con autonomía, pero me haría falta una persona que estuviera pendiente. Además en Berra no estoy solo. En la residencia estoy con mi mujer”, dice Goenaga. “A veces me conoce, otras no. Bueno, ahí seguimos después de 63 años”, confiesa el hombre, que aplaude el trabajo físico que a diario hacen las trabajadoras del centro, ayudando a su mujer con problemas de movilidad. Todos conforman un tejido social que sigue necesitando de manos. Cualquier persona que esté interesada en ser voluntaria en Cruz Roja, o conoce a alguien en situación de soledad, puede llamar al 943 320 989.