Entre las grandes pasiones de Néstor Basterretxea, la arquitectura ocupaba un lugar especial. De hecho, el polifacético creador vizcaino, considerado uno de los principales renovadores del arte vasco de la segunda mitad del siglo pasado, quiso cursar estudios de este ámbito. Pero nunca pudo. “Las necesidades apremiaban y, cuando aún estaba en Buenos Aires –adonde los Basterretxea tuvieron que exiliarse por la militancia jeltzale del padre–, se puso a trabajar en una empresa de publicidad para colaborar con la economía familiar”, explica Peio Aguirre, uno de los tres comisarios que han impulsado la exposición Néstor Basterretxea, Diseño y arquitectura.

Compuesta por más de un centenar y medio de piezas, se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Bilbao desde el próximo miércoles, 28 de febrero, al 26 de mayo de este mismo año. 

El motivo de la muestra no es otro que la celebración del centenario del nacimiento del artista. Se trata, además, de la primera exhibición monográfica sobre los proyectos y realizaciones de Basterretxea en el diseño industrial y la arquitectura, dos campos en los que se desempeñó durante buena parte de su carrera, tanto en Madrid como en Euskal Herria. “Esta exposición es el resultado de la investigación llevada a cabo por el Museo durante los últimos 10 meses”, ha destacado Guillermo Zuaznabar en la presentación que ha tenido lugar en la sede de la institución. 

Desde el mecenazgo de Huarte a las fantasías arquitectónicas

La exposición se divide en cinco grandes ámbitos que describen al detalle las principales contribuciones del vizcaino a los campos del diseño y la arquitectura y está comisionada por tres expertos en su obra, Peio Aguirre, Pedro Feduchi y Pedro Reula. Cada uno de ellos se ha ocupado de estudiar y recopilar las obras, los bocetos y las maquetas correspondientes a cada etapa.

Así, Pedro Reula ha ahondado en los inicios del bermeotarra en el campo del diseño industrial de la mano de Juan Huarte, empresario de la construcción navarro que se desempeñó como mecenas de las vanguardias artísticas. Las piezas se muestran en la sala 1. "Basterretxea entra en contacto con Huarte, quizá a través de Oteiza, en 1956", indica Reula. También cuenta que, antes de fundar su empresa de mobiliario H. Muebles en 1958, encargó a Oteiza y al artista de Bermeo la decoración de su piso.

Algunos de los elementos que formaron parte de la vivienda, como un conjunto formado por un chaise longue –el Diván H, diseño patentado por Basterretxea, que revisará en múltiples ocasiones en su carrera y un un butacón tapizados en rojo, forman parte de la muestra. "Poco después de terminar la decoración del piso, el artista se hace cargo del diseño de los muebles de la empresa que el propio Juan Huarte había fundado en 1958", detalla Reula.

Este explica que la producción de Basterretxea en esta época se caracteriza por el estilo internacional, racionalista y tecnológico. En ese sentido, el mobiliario producido por el creador de Bizkaia se caracteriza por seguir la estela marcada por los grandes diseñadores europeos de la época, que entendían el progreso como un concepto indivisible de la industria. Sin embargo, a Basterretxea le comienza a invadir la morriña y a principios de la década de 1960 deja Madrid y el diseño industrial por Irún, donde proyecta, junto a Oteiza y Luis Valet, una casa-taller en la ribera del Bidasoa. Desde el enclave fronterizo inaugura una nueva etapa, ligada a lo vasco.

"El canto del cisne" de la producción mobiliaria: Espiral y Biok

"En 1961 funda Espiral, una tienda de muebles con sede en Donostia", apunta Pedro Feduchi, el comisario encargado de explorar las primeras obras del autor en Euskadi, "y apuesta por la madera y las formas orgánicas. En definitiva, por un diseño menos industrial", completa. En este momento, la mirada de Basterretxea se expande desde "las plazas más importantes del diseño europeo", que continuarán influenciando su obra, "hasta Japón". Así, la mirada japonesista y las reminiscencias nórdicas convierten al artista, según Feduchi, "en un referente del diseño en el ámbito español".

Asimismo, el comisario destaca de manera especial que esta época esculpe "a un Basterretxea más implicado con su casa, con lo vasco", que funda la empresa de fabricación Biok e introduce su último episodio en el mundo del mobiliario. "Las colecciones de esta etapa son de primer orden", se admira Feduchi. "Es increíble que no se hayan valorado en el mundo del diseño", lamenta. La muestra del Bellas Artes incluye algunos de los ejemplos más significativos de las últimas producciones mobiliarias del bermeotarra. Exhibe, por ejemplo, una mesa de despacho (Bermeo), cuyas formas recuerdan a un navío, o un diván (Ondarroa), inspirado en las traineras. Pueden visitarse en las salas 2, 3 y 4.

La estancia contigua, la 5, pone el foco en la relación que estableció Néstor Basterretxea con la arquitectura, una relación tumultuosa y en ocasiones desesperante que ha trabajado Peio Aguirre. "Él proyectaba, pero no podía firmar. Tenía el título de aparejador y, con eso, no podía ejercer", relata Aguirre, "así que dependía de tener un arquitecto cerca, y eso le frustraba". Pero todo ello no le impedía dibujar ensoñaciones arquitectónicas. Impulsado por la fantasía, Basterretxea proyectó una gran cantidad de "volumetrías arquitectónicas", que casi nunca llegaron a materializarse.

El estilo de estas ensoñaciones bebe de muchas fuentes, como el arte precolombino o el organicismo y el expresionismo utópico. De esta etapa es el proyecto de biblioteca que le encargó un rector de la Universidad de Deusto. La maqueta puede contemplarse, vitrina mediante, en el Museo de Bellas Artes.