José Antonio Nielfa se recupera de un susto del corazón. Esta vez, del que late. “Ya estoy bien, me cogieron a tiempo”, desvela. Hace lo de siempre, ni bebe, ni fuma, camina mucho. Y trabaja. Mantiene todas las fechas de enero de Agur Otxoa Feroz, el musical sobre él mismo que fue un exitazo en Aste Nagusia.

Siempre has tenido talento.

Con nueve o diez años, me ponía a cantar y bailar y los vecinos alucinaban. Pero no tuve ningún apoyo familiar. Jugaba bien al fútbol y tampoco. Eran muy negativos para eso o no querían que saliera de casa. Salía del colegio para ir derecho al bar de mi familia a trabajar; me tenían que subir a una banqueta para alcanzar la barra. Pesaban los vasos de txikito más que yo.

Otros tiempos.

Al amarrarte tanto, lo primero que querías es libertad. Tener talento y ser listo, siendo crío, por lo menos en mi generación, tenía su contraparte. Éramos siete primos; a todos los recados me mandaban a mí, porque de los otros no se fiaban. Y había mayores que yo. Eso me hizo crecer muy protector. Por ejemplo, me iba a las barracas con cuatro amigos y tres primos míos, y hasta que no los tenía a todos al lado, no regresábamos. Y probablemente yo fuera más pequeño que ellos. O sea que el talento, ser protector, ser diferente, ser responsable, tenía lo suyo.

¿Qué es el talento?

Talento es, por ejemplo, lo de Lola Flores. Alguien que no va a academia alguna y que tiene un algo interior personal que nace con ello. Y yo creo que soy de ese tipo de personas. Me acuerdo que tenía 17 años y estabamos una cuadrilla en la playa El Bajoncillo, en Torremolinos, y me puse a cantar. Aunque era la dictadura, aquél Torremolinos era un escándalo. Allí se podía mostrar uno como era. Se podía porque necesitaban el turismo y hacían la vista gorda, como en Sitges o Ibiza. Y nos mandarón una botella de champan desde el chciringuito, a las once de la mañana. Casualidad, estaba el allí el autor de la letra de la canción, letrista de Augvusto Algueró, que me dijo que lo hacía bien.

Es increíble que la dictadura hiciera la vista gorda con lo represiva que siempre fue

Lo permitían porque vieron el filón del turismo. Venían muchos nórdicos y europeos. Pero, cuando la policía quería hacer una redada, te tenían localizado. Era la parte negativa de esa libertad. Libertad entre comillas, por supuesto.

O sea, el talento...

Resumiendo, talento es algo que tenemos dentro, que hay gente que lo saca y otros que no. Pero vamos, ser artista y forzar a nivel de academia y todas esas cosas de ahora, de laboratorio, que les cambia la voz con estos sistemas como el famoso autotune... Me da por pensar que vale todo.

Además de para el espectáculo, tenías talento para el fútbol

No fui un niño con muchas horas para dedicarme a ello. Por otra parte, yo ya conocía que me gustaban los chicos. Pero pensaba que me pasaba solo a mi. No había ninguna información, ni se hablaba de gays; bueno, entonces más bien maricones, que es lo que llamaban en la calle al que era muy afeminado. Me asustaba meterme en un vestuario. Además, me fui de Bilbao. Y ya no jugaba, conocí otro tipo de vida. Retomé el fútbol en la mili. Tenían un campo de fútbol al lado del cuartel de Santander. Y como no había otra cosa que hacer, empecé a jugar al fútbol con todo el mundo. Era la contradicción: el capitán, al que le habían mandado los informes de mi detención por homosexual en Barcelona, me llamó para decirme: usted no ha venido a hacer paso de ballet, ha venido a hacer paso firme. Cuando me veía jugar al fútbol, el hombre se quedaba totalmente confundido; no le encajaba.

¿Cuándo te convences de que tu talento está en el espectáculo?

Me iba formando como persona. Conocí que había otro tipo de vida. Yo sabía que cantaba bien, pero me parecía imposible ser cantante. ¿Cómo voy a ser yo? me preguntaba. Pero te lo vas creyendo a medida que te relacionas con gente que canta. Si yo canto mejor que éste, piensas. Y empiezas. También me dedique a formarme cuando tuve ocasión.

Por cierto ¿Cuánto talento se reúne en ‘Agur Otxoa Feroz’?

Pues todo. Porque la verdad es que desde el dramaturgo, que tiene un talento increíble, Unai Izquierdo; la directora, Getari Etxegarai, que es maravillosa; y los actores, que son estupendos. Hay un chavalito joven, Arnatz Puertas, que va a ser un actor impresionante. Y Gemma Martínez, claro. Hay mucha seriedad, cada uno sabe lo que tiene que hacer, y eso es muy importante para que las cosas funcionen. Además, en general, contamos con súper talentos en Euskadi a nivel de teatro.