No creo que haya sobre la tierra un elogio más grande que el de maestro, dicho sea en su acepción más noble, el vinculado a la enseñanza de los más jóvenes. Cada uno de nosotros guardará su predilecto en la memoria pero el de Bilbao parece claro: Santiago García Rivero. Le ha dedicado una calle (ya saben, perpendicular a Pozas...) y unas escuelas que llevan su nombre, decisión que fue reclamada por medio Bilbao y por María de Maeztu. Oigámosla. “Hora es ya de que se honre no sólo al artista, al literato o científico, sino al humilde maestro de escuela. Por eso pido yo, que pongo sobre todos los amores el de aquella escuelita en la que aprendí a trabajar, siguiendo el ejemplo y las enseñanzas del Maestro, que a la Escuela de Achuri (sic) se le llame Escuela de Santiago García Rivero. Acabaría sucediendo, cómo no.

La historia de este colegio arranca de las antiguas escuelas ubicadas en el barrio de Atxuri. En 1877, y ante la acumulación de inmundicias bajo las ventanas de las Escuelas de Niñas del barrio de Atxuri, desde el ayuntamiento se acuerda la construcción de un nuevo edificio escolar. Mientras se realizan las obras, se abre una nueva escuela de párvulos en el edificio del Gimnasio, en la calle Cantera. Este nuevo grupo escolar estuvo formado a comienzos del siglo XX por una Escuela elemental de niños dirigida por el maestro Santiago García Rivero, otra de niñas dirigida por Ana Molinero, una escuela dominical y una escuela nocturna de adultos, así como una escuela de párvulos. Como les dije hoy existe el Colegio Maestro García Rivero que se ubica en el nº 2 de la calle Atxuri, en el barrio del mismo nombre, distrito de Ibaiondo.

A la búsqueda de su trayectoria en la villa hay que detenerse en la publicación La escuela moderna, que fue toda una referencia en la época. Escuchen, escuchen el reconocimiento. “En Bilbao falleció el día 25 del mes de marzo último el Maestro, honra de la profesión, a quien tantos reconocíamos como ejemplar extraordinario, representación admirable del más alto, noble e inteligente espíritu profesional del Magisterio de Primera enseñanza. El Sr. García Rivero era conocido, sobre todo, por aquellos elementos de la clase que más se han interesado en lo que toca al progreso de los métodos pedagógicos, a la eficacia educativa de la vida íntima de la escuela, a la dignificación de ésta, durante los últimos treinta años. Nació en Puerto de Béjar (Salamanca) el día 25 de julio de 1870; efectuó sus estudios académicos en la Escuela Normal de la mencionada capital y en la de Madrid. Al morir, a la edad de cincuenta y ocho años, había prestado servicios en la enseñanza oficial como maestro propietario durante más de cuarenta.”

Recuerdan los viejos cronicones que Santiago incluso habitaba y daba clases en las antiguas escuelas, que comenzó su docencia con apenas 17 años y en cuyo homenaje se colocó en 1930 un busto en la Planta principal del interior del edificio, realizado por el escultor Moisés de Huerta.

Los periódicos del tiempo guardan memoria de un curioso dato. En 1904 se trasladó a Bilbao otro de los grandes, Félix Serrano, siendo destinado al puesto de director del Grupo Escolar situado en Iturribide, que era la Escuela Práctica Graduada de la Normal de Maestros que regentaba, desde el año anterior como directora, María Berasategui, mujer, a la sazón, de Santiago García Rivero, un hombre muy bien considerado por la intelectualidad bilbaina. Jamás quiso aceptar cargos envidiables que se le ofrecieron por méritos en su carrera, siempre fue inseparable de su alumnado.

A su muerte en 1929, los periódicos de Bilbao le cantaron mil y una alabanzas. El botxo sigue pronunciando su nombre aunque no quede mucha memoria de su vida ni de su historia.