En ese cajón de sastre, en ese espacio angosto y apretado recinto urbano que dispuso Bilbao durante seis siglos (el Casco Viejo, para entendernos...), y hasta la llegada de la proyección del Ensanche al otro lado de la Ría, era un lujo el abrir amplias plazas en el interior de esa localización y solo se hizo alarde con el trazado de la Plaza Nueva, porticada, en el XIX. Solo pasada la última guerra civil, consintió el Ayuntamiento la expansión de las plazuelas. Ahí se enclava la plazuela de Brigadas de Navarra (hoy plaza de Unamuno) en dicho casco antiguo de la villa o a la plazuela de los Santos Juanes, cuyo nombre se debe a la antigua ubicación que tuvo la iglesia de los Santos Juanes a principios del siglo XVII frente a un hospital, para sepultar a los enfermos que fallecieran, ya que en aquellos tiempos se enterraba en los aledaños de las iglesias. Nada queda de todo aquello.

La historia ha sido trepidante. En una relación de las casas de la villa de 1797 se habla de la “torre de la iglesia profanada”, es decir, de los Santos Juanes ya convertido en almacén, pues, la secularización del templo se realizó el 26 de septiembre de 1773. Fue demolida a principios del siglo XIX, construyéndose en el lugar que ocupaba la iglesia y el hospital de peregrinos y enfermos, la Escuela de Maestría. Cuentan las crónicas que la primera ampliación conocida del Hospital de Peregrinos y Enfermos se dio en 1661, para la curación de enfermos calenturientos. Se reconstruyó el hospital y la primera piedra del nuevo edificio se puso el 12 de octubre de 1818, según proyecto de Silvestre Pérez y Gabriel Benito Orbegozo. Había sido reconstruido a finales del siglo XVII, en parte gracias a la manda testamentaria del matrimonio formado por Pedro de Echavarría y Bárbara de Boelpacg, pero ya no se encontraba en condiciones de cumplir su función hospitalaria.

Este nuevo hospital en muy poco tiempo se vio desbordado por el aumento vertiginoso de la población de Bizkaia en las últimas décadas del siglo XIX. Todo cambió en 1908 con la inauguración del Hospital de Basurto. El edificio se convirtió en lo que hoy conocemos como Escuela Politécnica, inicialmente Escuela de Artes y Oficios. Fue creada por el Ayuntamiento de Bilbao en 1878, siendo alcalde de la villa el ingeniero de caminos Pablo Alzola. La primera sede de la escuela estuvo en la vieja Casa de Misericordia de la calle La Cruz hasta su traslado a este lugar.

Delante de la escuela, y al pie de la escalinata, está una de las dos primeras fuentes ornamentales que construyó el Ayuntamiento para que el pueblo pudiera coger agua del depósito de la Alberca que estaba en el chaflán de la calle la Ronda con Zabalbide. La fuente ornamental fue realizada por el arquitecto Luis Paret y Alcázar, académico de San Fernando, bajo el patrocinio del llamado Alcalde Rey Carlos III; se inauguró el 24 de diciembre de 1785. En su frente está la inscripción “Reinando Carlos III la N. Villa de Bilbao por el bien público año de MDCCLXXXV”. El pintor, grabador y arquitecto residió en Bilbao entre 1779 y 1786, y cuenta con más de un cuadro en el Museo de Bellas Artes.

La primera evocación histórica de este paraje nace antes de la fundación de la villa, en la ladera que descendía de Begoña hacia puerto de Bilbao, sobre los parajes ribereños de Ibeni y Atxuri. En ambos lados se trajinaba entre arrieros, marineros y mercaderes ambulantes, los cuales, como en otros puntos portuarios, instalaban sus tiendas desmontables para ejercer su función. Al fundarse la villa, se construyó el recinto amurallado, presidido por el castillo, al pie del puente, sobre el solar de la actual iglesia de San Antón, edificada en el primer tercio del siglo XV. En los dos lados del puente, hubo sendas ermitas, una consagrada a la Virgen de la Piedad, en la parte de Urazurrutia y, otra, en Ibeni. ¿Están ubicados?

Si quien esto lee desea recrearse en cómo era aquel espacio ha de hacer un esfuerzo de imaginación. Sobre todo ha de suprimir las calzadas de la Ribera y Atxuri porque la Ribera se abrió hacia Atxuri al tirar el viejo Ayuntamiento que cerraba la Plaza Mayor, y que tenía balcones, por detrás, hacia la plaza de los Santos Juanes; un recinto verdaderamente amplio y espacioso, merecedor de tal nombre.

Viajemos del ayer al hoy. En el lugar que hoy ocupa el edificio de Carrefour (antiguo Simago, para los más despistados o los nosálgicos de la segunda mitad del siglo XX...) y el rascacielos, estaba el palacio de los Victoria de Lecea con su precioso jardín. A la izquierda se sitúa, además, el edificio de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad, antigua alhóndiga de la Alberca, por haberse construido sobre tal depósito de agua. En el muro colindante con el Instituto que allí se ubica hay un mural cerámico de grandes dimensiones con escenas costumbristas, donde se recrean, según atestiguan algunas fuentes, las imágenes del Palacio del que antes les hablaba.

A los pies de esta plazuela nace Zabalbide, y allá junto al puente de San Antón, en la mismísima plazuela de los Santos Juanes se abrió, en las muy remotos años veinte del pasado siglo, un bar-restaurante llamado El Botxo que pronto se hizo punto de encuentro y centro de reunión al situarse en el corazón de la villa en aquel entonces, donde llegaban los tranvías de Arratia y de Durango y era puerta de entrada de Bizkaia al propio Bilbao. Hoy el local lleva otro nombre, Ondori Botxo, y en sus fogones se despliega la cocina fusión. ¡Humm!