En torno a 300 personas participaron ayer en la XVII Marcha de los Molinos de Zeanuri y destacó, sobre todo, la asistencia de familias con menores que disfrutaron de un ameno recorrido que discurre por algunas de las barriadas del término municipal y que permite apreciar y conocer estas antiguas infraestructuras destinadas a la molienda de cereal para la elaboración de harina. La actividad, organizada por la asociación Joko Alai persigue diferentes objetivos: naturalístico y deportivo, otro etnográfico ya que da a conocer y poner en valor el patrimonio de los molinos y “también pedagógico porque incide en cuestiones relacionadas con el agua, su importancia o la generación de la energía hidroeléctrica”.

La Marcha de los Molinos de Zeanuri arrancó a las 9.00 horas desde la plaza del pueblo, frente al ayuntamiento, y el buen tiempo fue la tónica durante una ruta que pasó junto a siete de los 18 molinos hidráulicos existentes en el término municipal. El itinerario diseñado por la organización alcanza la distancia de 14 kilómetros, cuatro menos que en anteriores ediciones para favorecer la participación de todo tipo de público. Aún así se mantuvo la opción de realizar un recorrido más corto, de 7 kilómetros, para niños o para personas no preparadas físicamente.

Visita a tres molinos

En el primer kilómetro los caminantes pasaron junto al molino de Alcibar para 500 metros más adelante llegar al de Errotabarri, que fue rehabilitado el año 2015 por la familia Manterola y fue el primero de los tres que se pudo visitar. Tras bordear el embalse de Undurraga por su margen izquierda, los asistentes a la marcha se acercaron hasta el molino de Ibargutxi, propiedad de Pedro Elexpe, una infraestructura totalmente rehabilitada a la que se pudo acceder para contemplarlo en funcionamiento.

Después de reponer fuerzas en el punto de avituallamiento ubicado frente a la presa, los caminantes se adentraron primero en la barriada de Otzerinmendi y después en la de Uribe, donde pasaron junto a los molinos de Intxaurbe, Axpe y Zulaibar. Y ya en el último kilómetro del recorrido, avistaron el molino de Olabarri, que también está totalmente rehabilitado y al que se pudo acceder para contemplar y ver de cerca cada una de sus estancias y maquinaria.