Nunca sabe uno por qué va a ser recordado. En el caso de Paben Uribiondo, para muchas personas de Bedia, será el organista que sacaba chispas al órgano de la iglesia. Paben (Ortuella 1930-Bilbao 2024) vino a Bedia cuando tenía 5 años, porque el entonces párroco, Tiburcio Ispizua, invitó a su padre Don Marcelino a crear una escuela en Bedia. Así llegaron Paben y sus padres, Marcelino y Lucía, a nuestro pueblo.

Don Marcelino, además de maestro en la escuela parroquial, era organista y dirigía el coro parroquial. En ese entorno se formó Paben. Posteriormente, los estudios le llevaron a Bilbao, y desarrolló su vida como industrial. La parte musical la trabajó con su padre primero, en Galdakao después, y de forma autodidacta finalmente.

En alguna ocasión ha dirigido algún coro, pero sobre todo ha acompañado al órgano en muchas ocasiones a diversos coros, sobre todo Ikasama de Deusto, y coros de Plentzia y de Amorebieta. En Bedia le hemos disfrutado en todas las misas y funerales durante muchos años, hasta que en diciembre pasado dejó de conducir, y por eso dejó de venir a misa.

Lo más llamativo de su persona era su cordialidad, la capacidad de crear buen ambiente, hacerse respetar y obedecer sin enfadarse con nadie. Eso sí, no había forma de poder pagar una ronda, en eso siempre se salía con la suya. Su generosidad no tenía límite, si le hubiéramos propuesto pagarle el servicio que hacía, seguro que lo habría dejado.

El coro parroquial que empezó su padre era de voces graves. Cuando se empezaron a celebrar las misas en las lenguas locales, recurrió a los críos y crías de la escuela, y empezó a formarlos como extraescolar (por supuesto no se llamaba así en aquel tiempo). En esas clases enseñaba euskera, música y catecismo. Así empezó el coro que hoy sigue.

Paben se incorporó al mismo después de la muerte de su padre, y ha seguido colaborando prácticamente hasta el final de sus días.

¡Cuánto le vamos a echar de menos! Era capaz de hacernos cantar bien. “Ya vale, para un pueblo…”, era su frase. Cuando decía eso sabíamos que lo habíamos hecho bien. Porque era para un pueblo, pero no por eso dejaba de ser lo meticuloso y perfeccionista que solía ser también para sí.

Mila esker Paben, bihotz-bihotzez, emon eta erakutsi deuskuzun guztiagaitik, eta musikeagaz gozatuarazo deuskuzun guztiagaitik. Honezkero, zagozan lekuan zagozala, danak kantuan ipiniko zenduzan! Beti eroango zaitugu bihotzean.