En el Casco Viejo se hablan un crisol de lenguas. Los turistas que recorren Bilbao durante todo el año, contribuyen a que este punto de la villa se convierta en una suerte de Torre de Babel. Eso sí, entre toda la maraña lingüística –en la que el inglés se entremezcla con el alemán y el alemán con el chino– se oye cómo los visitantes también hablan euskera. Y es que no son pocas las personas de la CAV que eligen Bizkaia como destino turístico. Algunas, incluso se sorprenden descubriendo parajes desconocidos para ellos. 

El inglés Jack Gilligan es el responsable de que Alba Bárcena –vecina de Erandio– haya podido conocer buena parte del patrimonio vizcaino. “Creo que, como ciudadana, he subestimado nuestro territorio”, reconoce Alba. “Cuando empecé a salir con Jack y él vino de viaje a Bilbao, empecé a explorar con él Bizkaia”, dice.

Redescubrir Bizkaia

La erandiotarra relata que, además de la villa, visitó junto al británico lugares que había visitado rara vez. “Descubrí el castillo de Butrón y nos encantó. Ciertamente, no lo conocía. Estuve de pequeña, hace muchísimos años, y no volví hasta que tuve que enseñar cómo es mi tierra a Jack”, destaca. Asimismo, el voyage del londinense por suelo patrio llevó a la pareja a descubrir el litoral. “Había estado en Mundaka, pero jamás en Bermeo. Me encantó”, dice.

El paso de Jack por Bizkaia enseñó a Alba una lección. “Creo que cuando organizamos nuestras escapadas subestimamos Bizkaia y Euskadi por puro desconocimiento,” confiesa. “Y es una pena, porque realmente hay muchos lugares que merecen la pena”, zanja. 

Este verano el Museo Guggenheim pulverizó todos los datos conseguidos hasta la fecha y rozó el medio millón de visitantes. El 9% de todos ellos, según los datos facilitados por la pinacoteca, eran vascos. La gasteiztarra Maite Ortega es una de las personas que engrosa el dato. “Me encanta ir todo el año. Aunque la exposición no me llame del todo la atención, algo que ocurre muy pocas veces, me encanta dar un paseo por las inmediaciones del museo después de la visita”, explica.

Del Guggenheim al Mercado de la Ribera

Otra de las visitas obligadas para Maite cuando acude a la villa se centra en el Mercado de la Ribera. La alavesa explica que le encandila “la mezcla de olores y sabores” que percibe en el lugar. “Además, no puedo volver a Vitoria sin tomarme un café por el Arriaga y un vermú en la Plaza Nueva, otras dos paradas obligadas”, señala la gasteiztarra. 

Su primo, Natxo López, reside en Bilbao. Por eso, evita la ciudad durante el fin de semana. “Me gusta acompañar a Maite al museo, pero lo tengo todo tan visto que prefiero salir a la costa y visitar otros sitios”, dice el hostelero. Este amante de las motocicletas presume de haber recorrido buena parte del territorio sobre las dos ruedas de su Harley Davison.Me gusta mucho coger la burra e irme a hacer un ruta por Busturialdea”, señala. 

De fortaleza feudal a cuento de hadas

Según lo que ha trasladado a servidor, comienza su ruta recorriendo el Valle de Asúa hasta llegar a Gatika, donde hace un alto en el camino para reponer fuerzas en un asador cercano al castillo de Butrón. “Es un edificio muy interesante. De estilo neogótico, fue construido en el siglo XIX sobre las ruinas de una auténtica fortaleza feudal, una de las pocas que existían en el País Vasco en la edad media”, dice Natxo. Y lo hace con conocimiento de causa, ya que es licenciado en Historia por la Universidad de Deusto. 

Al fin, con el estómago lleno, llega a Bermeo, donde se sienta a tomar un café en una de las terrazas dispuestas en el puerto. “La sensación de tomar algo mientras hueles a salitre es impagable”, asegura. A Julen Aguirre también le gusta el puerto de Bermeo, aunque, en su caso, al mediodía. “Después de subir a San Juan de Gaztelugatxe con mis amigos, bajo a tomarme unas rabas y una cerveza. El plan perfecto para un domingo. ¡Y al lado de casa!”, presume este joven.