Un par de casos en Zamudio, otros dos en Zumaia... Ya sea en campings, áreas de autocaravanas o espacios sin regular, cada vez son más las personas que viven sobre ruedas o en un bungalow de forma continuada, como alternativa a unas viviendas cuyos precios están por las nubes. “Se compran una caravana o autocaravana medianamente preparada para poder vivir dentro o un bungalow, que es mucho más asequible. Muchas son personas que se han divorciado y no pueden pagarse un piso por su situación económica”, explica Juan Luis Sáez, presidente de la Federación de Campings de Euskadi, quien achaca esta tendencia al alza a “lo que se han ido encareciendo la vida y los pisos”. “Desde que se ha ido incrementando el turismo en el País Vasco y, sobre todo, en la costa, se han ido disparando los precios de las viviendas y automáticamente ha ido todo en línea”, argumenta Sáez.

Puestos a hacer cálculos, detalla que se puede adquirir un bungalow por “entre 20.000 y 40.000 euros, que valdría una casita nueva con dos habitaciones, un baño y cocina”. Una autocaravana a estrenar, por su parte, puede “costar 50.000 o 60.000 euros, mientras que por una vivienda tienes que pagar 150.000 o 200.000”. A ello, en el caso de estar asentados en un camping, habría que añadir el coste del alquiler de la parcela, que “puede oscilar entre los 2.500 y los 4.000 euros anuales, dependiendo de las medidas de la parcela y los servicios que tenga el camping, si es de primera, si es de costa...”, estima Sáez.

Sobre si está permitido residir en estas viviendas alternativas de seguido en la misma ubicación, precisa que “por ley no se puede estar más de 11 meses al año dentro de un camping para que no se conviertan en primeras residencias”, mientras que en las áreas de autocaravanas “el tiempo máximo suele ser de 48 o 72 horas”.

Fuera de dichos espacios, advierte, hay “un vacío legal”. “La ley de tráfico no permite pernoctar en zonas públicas, pero los municipios deciden si lo aplican. Muchos no lo hacen porque en el País Vasco la ley de turismo prohíbe acampar, pero no contempla que pernoctar sea acampar”. En definitiva, que “hay gente que acampa y pernocta en las orillas de las costas, en sitios privilegiados... Está habiendo estos problemas y se tienen que regular”, reivindica, ya que “es una competencia desleal”. Además, censura, “cuando aparcan en cualquier sitio, la basura, el agua, la electricidad y los residuos los paga el del pueblo”.

Con todo, no pide que esas personas acudan a los campings, sino que “los municipios pongan áreas de autocaravanas con sus correspondientes servicios y cobren una tasa por su uso”. De esta forma, se evitaría “la masificación” y “un tipo de turismo que no es de calidad”, considera Sáez, quien para facilitar el acceso a la vivienda aboga por aumentar las ayudas sociales y controlar los pisos turísticos para que no se disparen los precios.

En Caravanas Sondika también tienen clientes que viven en autocaravanas. “Un día aparcan en un lado y otro en otro, pero viven en ella”, señala Iratxe Fernández, responsable de oficina. Entre ellos, cita como ejemplo a “un hombre de entre 30 y 40 años que lo hacía por necesidad económica, para no tener que estar atado ni a una hipoteca ni a un alquiler, que luego nunca va a ser para ti. Además, estos vehículos, si los quieres poner luego a la venta, se han revalorizado un montón”, destaca. Tras recordar a “una pareja que buscaba un vehículo para teletrabajar en él”, Fernández vaticina que cada vez más personas los usarán como vivienda. “Como sigan subiendo los precios como están subiendo, esto ya no va a ser algo esporádico, esto va a pasar”.