El 28 de junio de 1983 comenzó el inicio del sueño de Pilar Díaz junto con Marcel Arranz. Podría decirse que ambos fueron los dos primeros en formar lo que a día de hoy Pilar considera “una extensión de su brazo”, su equipo. Mientras que Pilar tuvo claro desde que tiene uso de razón que su sueño era la peluquería, Marcel lo descubrió a su lado. Era músico, su pasión era la guitarra, y de hecho, cuando se conocieron él estudiaba Delineación.

Ambos se lanzaron juntos a formarse para lo que más tarde sería la pasión de ambos. Él comenzó estudiando un curso de peluquería, seguido de un curso práctico que le llevaría a estudiar junto a grandes estilistas como Lluís Llongueras. Ella, por su parte, se formó durante cinco años en peluquería además de estudiar para ser docente. ¿El fin? Aprender a transmitir conocimientos para poder formar a su equipo.

Conocimientos y cuidados, factores clave según la filosofía de esta empresa, más bien familia. “Todo radica en el cuidado de tu equipo y en el de los salones”, explica Pilar. Los distintos locales están repartidos en Deusto, el salón principal, Getxo y la barbería que poseen en la calle Ercilla. “Para mantener nuestros locales abiertos no es suficiente con trabajar bien”, expone, “va más allá de controlar la banca, hay que formar continuamente a los equipos y además, cuidar la estética de tu negocio”.

“Actualmente en el centro de Bilbao solo tenemos la barbería, habíamos llegado a abrir otro salón, pero al enfermar Marcel... no salí del hospital”, confiesa Pilar.

Pacientes oncológicos

Desde que Marcel enfermó, tanto él como Pilar tras acudir a varias sesiones de quimioterapia observaron la falta de detalle en las pelucas de los pacientes oncológicos. Pilar decidió investigar, informarse acerca de las empresas que se encargasen de distribuir, quién más hacía pelucas en España... “Trabajamos con el sistema invisible. Tú te pones la peluca y no se ve dónde nace porque el nacimiento se inserta pelo a pelo”, expone. La planta oncológica lleva abierta casi 15 años, más o menos se abrió a la par de que Marcel enfermase. En esa sala exclusiva para las personas enfermas, el equipo se encarga de todo el proceso. Poseen un tocador individual e incluso tienen una exposición con distintas pelucas las cuales no están a la venta, ya que cada producto se hace de manera personalizada para cada cliente, son solo muestras.

Fueron pioneros en Bilbao en lo que a tratamiento capilar oncológico se refiere. En una primera sesión, el equipo atiende y asesora al paciente durante una hora sin coste alguno. Los trabajadores incluso se trasladan a las clínicas a rapar a la persona, acompañarla durante el traumático proceso de perder el pelo. Se trasladan por distintas zonas para ayudar a los enfermos a colocarse las primeras pelucas o incluso se las prestan a aquellas personas que están ingresadas y que no esperaban perder el pelo tan pronto hasta que consiguen una peluca personalizada. Aún así, van más allá.

El equipo se ha especializado incluso en el tratamiento del cabello tras superar los tratamientos contra el cáncer. “Cuando acaban el tratamiento cuidamos el cuero cabelludo, el primer pelo tras la quimio es un pelo débil; intentamos que el bulbo renazca jugoso, emplear tintes naturales... En definitiva, mimar a las personas”, relata la fundadora.