El paso del tiempo, como la llegada de las olas a la orilla de las playas, borró sus huellas. Conviene recordar que Galletas Artiach fue una de las fábricas que mayor impronta dejaron en el paisaje físico y social del bilbaino barrio de Zorrotzaurre, donde las mujeres jugaron un papel esencial a la hora de la elaboración de los apreciados dulces. Fue aquella una tierra dura, máxime en tiempos de despegue. Y contra la corriente imperante en la época, las mujeres jugaron papeles esenciales en la zona. Las esforzadas sirgueras, aquellas otras que se quemaban las manos con la sal en las bacaladeras o las que se dejaban la vista en las fábricas de yute, trenzando el cáñamo o cosiendo velas y en otras tantas industrias auxiliares de la actividad naval. Sin embargo, y pese a su importancia, esta historia resulta hoy desconocida, sepultada. A sus esfuerzos también se los llevó la ola del tiempo. No sería justo olvidarlas, condenarlas al naufragio.

Artiach es una de las empresas galleteras más antiguas de Europa. Fundada por la familia Artiach. Gerardo Joaquín Artiach Gárate, nacido en Begoña en 1884, trabaja en un despacho de harinas cuando se le cruza en el camino un arruinado cliente galletero y decide... ¡asociarse con él! Abrió su primer horno y despacho de galletas en el año 1907, en el corazón de Bilbao, en la calle García Salazar (Panadería El Bosque), para más tarde trasladarse, incorporando nuevos avances, a la calle de Cantarranas. Con el cartel de La Vasconia, Fábrica de galletas y bizcochos de G. de Artiach, la planta es capaz, gracias a sus modernas máquinas, de producir hasta 800 kilos de galletas al día. La instalación acabaría siendo devorado por un pavoroso incendio, como se decía entonces, en 1920. El apellido Artiach, no obstante, aparece ligado al comercio de productos harineros, allá por mediados del siglo XIX, hasta nuestros días.

Pero es la fábrica que la firma instaló en el barrio bilbaino de Zorrotzaurre, tras el incendió que asoló la planta de la calle Cantarranas, el rincón que hoy se visita en este paseo. Se inauguró en 1921 y este edificio fue el primero en España concebido y construido para albergar una fábrica de galletas. El diseñador de la fábrica fue el ingeniero, de la misma familia, José Artiach Gárate. En 1923 llegó a tener 67 personas en plantilla, 55 de ellas mujeres. En 1924 ya con 88 trabajadores (63 mujeres) instauraron un sistema de turnos con el que se llegó a fabricar 18 Tn al día, el doble que hasta esa fecha. En la década de 1949 los obreros de Artiach llegaron a ser 600. En la de 1970 tuvo un tiempo de esplendor en la planta de la Ribera de Deusto llegando a trabajar hasta 800 personas. La fabricación, aunque industrial, necesitaba mano de obra.

Durante años el olor a galletas perfumaba todo el barrio, como es comprensible. Basta con echar un vistazo hacia aquel mercado para, con su mera mención, comprender hasta donde llegaron. María (en Zorrotzaurre se puede leer el rótulo de Duquesa María en una instalación que el pueblo conoció como La iglesia por sus columnas toscanas, su arquería y sus puertas de madera...) fue sinónimo de galleta redonda y dorada. Fue su mayor éxito hasta después de la Guerra Civil. En busca de un bocado más lujoso nació Chiquilín.

En este camino solo falta la aparición de Roald Dhal y su Charlie y la fábrica de chocolate. Y algo de eso hubo si se considera que una de las piezas más singulares, más allá de su complejidad técnica y de su llamativa forma, remite a recuerdos de la infancia. Cariñosamente la llamaron la máquina de chocolate, aunque, en realidad, es una instalación para obtener cacao líquido. Fue diseñada hacia 1930 por la empresa Artiach para su fábrica de la Ribera de Deusto y, durante más de cincuenta años, de ella salieron las coberturas de cacao y los rellenos de las galletas de miles de desayunos y meriendas.

Las galleteras de Deusto fueron también las protagonistas de su propia historia. Pelearon por sus derechos, salieron a la huelga cuando entendían que sus condiciones de trabajo debían ser mejoradas y se solidarizaron con las luchas y reivindicaciones de otros sectores. Fueron conquistando logros como la jornada de ocho horas o el descanso en días festivos. Son todo un icono de la Ribera de Deusto (la anteiglesia de Deusto se incorporó a Bilbao en 1924) y su memoria perdura.

Tras las inundaciones de 1983, la familia Artiach deja el negocio y la fábrica pasa a ser propiedad de la empresa Nabisco y se traslada al municipio de Orozco, donde continúa su actividad. En estos años ha ido pasando de las manos de una multinacional a otra y desde 2015 su propietaria es Adam Foods.

¿Qué pasó después? En 2009 se creó Open, un ecosistema de proyectos creativos y sociales de impacto social en positivo. Los espacios albergan el centro de creación y fabricación digital Fab Lab Bilbao. Impulsan y colaboran en programas de creación, formación y difusión. Cada fin de semana organizan el evento Vintage Bilbao como evolución del mercado de economía circular Open Your Ganbara, celebrado desde 2009. También se sitúa la cafetería Jardín Secreto Bilbao. En 2020 se inauguró Espacio Artiatx una de las galerías de arte más grandes de Bilbao gestionado por las artistas Irati Urrestarazu, Oihane Iraguen y Javier Arbizu, destinado a la producción, exposición y mediación artística. La primera exposición realizada ha sido Rojamente de la artista Julia Spínola.