El Surne Bilbao Basket vio este domingo cortada su racha de siete victorias seguidas en casa porque en Miribilla triunfó el equipo que más deseo, energía y trabajo puso en el partido y ese fue el Monbus Obradoiro (72-75). El conjunto gallego, que llegaba a Bilbao con un solo triunfo en su últimos catorce encuentros y en puestos de descenso, se jugaba la vida en esta cita y la jugó con el cuchillo entre los dientes, sin brillantez pero con ingentes cantidades de esfuerzo que finalmente obtuvieron recompensa.

El conjunto vizcaino, por su parte, actuó alejado de su imagen de los últimos compromisos como anfitrión, falto de energía, con enormes dientes de sierra en su rendimiento y sin poder correr por la efusividad de su rival en el rebote ofensivo. En los momentos en los que se empleaba a fondo era capaz de llevar el duelo a su terreno sin demasiado esfuerzo (38-28 a 3:20 del descanso), pero no tuvo la solidez necesaria para consolidar sus buenos momentos.

Además, tampoco supo jugar con aplomo los compases finales. Con una acción muy polémica que acabó siendo vital en la resolución de una cita en la que la actuación arbitral dejó muchísimo que desear (antideportiva en ataque pitada a Thijs De Ridder sobre Marek Blazevic a 1:08 del final y con empate a 70 en el marcador cuando antes hubo falta del lituano), el conjunto anfitrión tuvo la última bola para enviar el partido a la prórroga, pero cuando hacía falta un triple Álex Reyes se lio poniendo la bola al poste en vez de lanzar y el tiro final a la desesperada de Sacha Killeya-Jones no estuvo ni cerca de entrar.

El Bilbao Basket-Obradoiro, en imágenes José Mari Martínez

A los de Jaume Ponsarnau les faltó mucho para llegar a notables versiones competitivas tanto en ataque como en defensa y, además, Adam Smith acabó la cita lesionado del tobillo derecho, mientras que Keith Hornsby y Denzel Andersson terminaron renqueantes. Sus mejores momentos llegaron cuando los jóvenes De Ridder y Melwin Pantzar aportaron pimienta a los acontecimientos en cancha (13 puntos y 8 rebotes el belga, 8 puntos, 8 rebotes y 5 asistencias el sueco), pero les faltó acompañamiento. En el Obradoiro, Artem Pustovyi y Blazevic fueron incomodísimos en la zona, pero Thomas Scrubb dio un paso al frente en el momento de la verdad ante el horrible 1 de 14 de Jordan Howard.

Flojera inicial

El Bilbao Basket arrancó la contienda con muy poca tensión pese al 7-2 inicial. Con enormes carencias a la hora de cerrar el rebote defensivo (seis capturas gallegas en aro rival en los primeros cuatro minutos), sin filo en ataque y con problemas a la hora de controlar la actividad al poste de Pustoyi, Blazevic y Scrubb, los de Ponsarnau no acababan de cogerle el aire al choque con el técnico catalán teniendo que llamar al orden a los suyos con el 9-15. Hasta el 11-19 llegó la ventaja de los visitantes, antes de que la entrada en pista de De Ridder revitalizara a los ‘hombres de negro’. El belga aportó recursos ofensivos y dominio en el rebote defensivo, permitiendo que el primer cuarto se cerrara con un más equilibrado 18-19 tras triple a la contra de Keith Hornsby.

Con los anfitriones extendiendo su parcial hasta el 11-0 (22-19), parecía que la contienda podía vivir un vuelco en cuanto a constantes vitales, pero costó lo suyo. Al Bilbao Basket le faltó en primera instancia energía, consistencia y concentración, con pérdidas absurdas, para dominar los acontecimientos en cancha, con los gallegos resistiendo como podían (27-28), pero la energía defensiva de Pantzar, con un par de robos en primera línea de pase, marcó la diferencia y con un triple de Hornsby y seis puntos seguidos del base sueco el conjunto vizcaino firmó su primera renta de dobles dígitos: 38-28 a 3:20 del descanso. Pero una vez más faltó continuidad a la hora e consolidar la renta y los de Moncho Fernández encontraron facilidades para no perder la verticalidad y llegar muy vivos al ecuador de la contienda :40-38.

Sin continuidad

En la reanudación, el duelo siguió sin un dueño claro. Daba la sensación de que los anfitriones llevaban el marcador a su terreno cada vez que pisaban el acelerador a tope, pero esto ocurría demasiado a cuentagotas. Así las cosas, empujados por la necesidad, los gallegos exprimieron su deseo, a falta de buen juego, para hacerse con el mando del luminoso, aprovechando también los viajes a la línea de tiros libres facilitados por el Bilbao Basket al entrar en ‘bonus’ muy pronto. Con el criterio arbitral muy difícil de entender, con señalizaciones tardías y demasiada permisividad con los interiores visitantes, el partido era un galimatías sin nada parecido a un guion, llegándose a los diez minutos finales con un 59-60 que dejaba todo por decidir.

Dos triples seguidos de Smith, muy desdibujado hasta entonces, devolvieron el control del partido a los locales y cuando Denzel Andersson engatilló otro lanzamiento de larga distancia el Surne Bilbao Basket se vio con un interesante 68-64 a cinco minutos del final que, sin embargo, tampoco fue capaz de aprovechar. Pese al trabajo en el rebote ofensivo de De Ridder, un triple de Reyes se salió de dentro y Scrubb igualó el choque a 70 puntos a 1:10 del final. En la siguiente acción, los árbitros señalaron la polémica antideportiva en ataque a De Ridder. Entre el lituano y Scrubb, de nuevo dañino al poste, colocaron el 70-73, Killeya-Jones redujo la desventaja a un punto a 38 segundos del final, Pustovyi no perdonó desde la línea de tiros libres y en el último ataque, con 15 segundos en el reloj, Reyes se equivocó al no buscar el tiro desde la línea de 6,75, poniendo el balón al poste para Killeya, y el lanzamiento a la desesperada del pívot no encontró su objetivo.