Aconteció el 15 de septiembre del año 2000. Aquel día en La Casilla, ante unos 800 espectadores, arrancó desde la LEB-2 la historia competitiva del Bilbao Basket. Aquella derrota por 81-90 ante el Tarragona fue el punto de partida de un proyecto con mucha incertidumbre, como cualquiera que da sus primeros pasos. Su futuro, que acabaría deparando importantes gestas deportivas y alguna que otra decepción, épocas de crecimiento y éxito y otras de zozobra institucional, estaba aún por escribir. Aquel futuro es el actual hoy. Y hoy, 23 años y cinco meses después, el Bilbao Basket es una entidad con arraigo y rica historia instalado en la máxima categoría del baloncesto español, su hábitat más habitual durante esta singladura, un club que este mismo ejercicio ha conquistado la etiqueta de milenario al haber superado la simbólica barrera de los mil encuentros oficiales disputados. Ocurrió el pasado 21 de enero, en la derrota en la cancha del Real Madrid (95-80). En estos momentos, tras la gran victoria contra el Valencia Basket, su marcador se encuentra detenido en las 1.006 citas.

Javi Salgado es uno de los principales guardianes de la memoria del conjunto vizcaino. De sus 24 temporadas de actividad, ha estado presente en 17, doce como jugador –desde 2001 a 2010 y desde 2016 a 2019– y las últimas cinco como entrenador ayudante, por lo que ha vivido en primera persona gran parte de su evolución. No estuvo en aquella primera temporada de estreno algo caótica que consumió a dos entrenadores –Txutxo Sanz y Pedro Zorrozua– y a un buen puñado de peculiares y volcánicos jugadores extranjeros, salvada en el play-off de descenso ante el Alcalá en gran medida por la piña que hizo en los momentos más difíciles el núcleo vizcaino, con Patrik Sáenz de Ugarte, Xabi Madina, Iñigo Barona e Iñigo Goñi a la cabeza. Llegó el siguiente verano junto a la otra personalidad sin la que no se entendería el brutal despegue del proyecto: Txus Vidorreta. “La llegada de Txus fue importante. Lo hizo tras haber entrenado en La Palma y sabía cómo había que estructurar bien un club y un equipo. Su llegada dotó al proyecto de solidez. En un año ascendimos a LEB y, en dos, a ACB. El club estaba recién creado, se tiró de mucho jugador de Bizkaia en los primeros años para intentar tener una base sólida”, destaca el técnico ayudante de Jaume Ponsarnau.

Con ambos al frente de la nave y la incorporación de Tiago Splitter, Lucho Fernández o Mark Poag, llegó la escalada hacia la élite. Campeón de la Copa de LEB-2 en 2002 en La Casilla, ascenso a LEB-1 esa misma campaña y, dos cursos después, el premio gordo: la irrupción en la Liga ACB tras un histórico play-off contra el León resuelto a domicilio en una fecha histórica: 21 de mayo de 2004. Venson Hamilton o Brian Howard fueron vitales en una plantilla en la que seguían Lucho o Patrik, con Salgado y Vidorreta como mascarones de proa. Llegó el debut en la máxima categoría, con un tremendo sopapo contra el Tau en La Casilla (57-104) el 3 de octubre de 2004, aunque para la primera victoria solo hubo que esperar tres días más (76-84 en la cancha del Joventut). También un puñado de jugadores de gran rendimiento que consolidaron el proyecto: Richard Scott, Germán Gabriel, Fred Weis, Pedja Savovic, Martin Rancik...

Gloria y volantazo

En el ejercicio 2007-08, el cuarto en la élite, el proyecto alcanzó una nueva dimensión. Con Marko Banic, Marcelinho Huertas, Luke Recker, Quincy Lewis o Paco Vázquez, se alcanzó la final de la Supercopa en el BEC y el liderato de la ACB tras la disputa de la 15ª jornada, además de disputar la primera Copa (éxito en cuartos frente al Barça y derrota con honores en semifinales frente al Baskonia) y estrenarse en el play-off: 0-2 contra el equipo catalán. El siguiente ejercicio, con la suma de Janis Blums o Reinaldas Seibutis, hubo debut continental en una Eurocup en la que se llegó a la Final Eight (derrota en semifinales ante el potente Khimki tras superar al Zadar), pero en el 2009-10 el club vivió su primer volantazo negativo. En verano se apostó por dar otro paso al frente con el fichaje, entre otros, de una leyenda de los hombres de negro como Álex Mumbrú, con el curso ya en marcha aterrizó otro mito como Axel Hervelle, pero las cosas no salieron en lo deportivo, lo que desembocó en la salida de Vidorreta en enero de 2010 y la llegada de Fotis Katsikaris. Un mes después la Copa se celebró en Bilbao (derrota en cuartos) y caer en las semifinales de la Final Four de la Eurocup, en Gasteiz, ante el Alba Berlín se consideró una decepción. Ese verano también abandonó el club Salgado.

En los tres siguientes cursos de Katsikaris, con la progresiva llegada de estrellas como Aaron Jackson, Kostas Vasileiadis, Raúl López, Roger Grimau y Nikos Zisis, el Bilbao Basket vivió tres de sus mayores gestas: la final de la ACB contra el Barça en 2011 tras una gran exhibición en semifinales contra el Real Madrid, la brillante singladura por la Euroliga en la campaña 2011-12, superando dos fases de grupos con rivales del nivel de Olympiacos, Fenerbahce, Baskonia, Siena o Madrid y con la histórica victoria arrancada al CSKA Moscú de Kirilenko y Teodosic en la antesala de la Final Four; y la ilusionante final de la Eurocup 2012-13 en Charleroi, saldada con derrota ante el Lokomotiv Kuban.

Sin embargo, los graves problemas económicos eran ya notorios y el curso 2013-14, con Rafa Pueyo en el banquillo, fue un tormento, con huelga por impagos incluida y un cambio en la propiedad del club con la salida de Gorka Arrinda. El verano de 2014 fue otra tortura. El club llegó a estar fuera de la ACB por no cumplir con los requisitos para su inscripción, aunque finalmente tuvo que ser readmitido. Con Sito Alonso a los mandos y Marko Todorovic, Quino Colom, Dairis Bertans o Dejan Todorovic aportando savia nueva a los veteranos, la campaña fue magnífica, con presencia en la Copa y rozando las semifinales en el play-off (70-71 en el decisivo partido de cuartos ante Valencia). La siguiente campaña se rozó la final de Copa tras batir al Barça y desperdiciar 19 puntos de renta ante el Gran Canaria en el ecuador del tercer acto.

En 2016 llegó Carles Duran al banquillo bilbaino –también regresó Salgado– y tras un buen primer curso llegó la temporada de la hecatombe: nuevos problemas económicos, dos cambios de entrenador –Veljko Mrsic sustituyó al catalán y Jaka Lakovic al croata–, fichajes que no rindieron y el inevitable descenso. Mumbrú colgó las botas y se hizo cargo del equipo, se apostó por dos americanos que dejaron huella como Ben Lammers y Jaylon Brown y con otras piezas destacadas como Thomas Schreiner o Kevin Larsen se firmó el ascenso, con una mágica Final Four en Bilbao que tuvo la guinda del triple ganador del austriaco en el duelo decisivo ante el Palma. “Hubo un crecimiento muy rápido llegando a un punto en el que quizás quisimos llegar más arriba de lo que el club podía por su nivel económico y eso trajo los problemas económicos… Todo eso derivó en un descenso deportivo a la LEB, pero el club, con los nuevos gestores, tenía mucha más estabilidad y volvimos en un año a la ACB”, recuerda Salgado.

El regreso a la élite fue dulce, con una temporada 2019-20 excelente con Axel Bouteille u Ondrej Balvin sumados para la causa y con presencia en la Copa y en la fase final de Valencia tras la interrupción de la liga por el Covid. La 2020-21, sin público en las canchas y con debut en la BCL, fue milagrosa y se salvó la categoría en la última jornada ganando en casa al Joventut. En la 2021-22 se rozó el play-off con Damien Inglis, Ángel Delgado, Ludde Hakanson o Andrew Goudelock y en el verano de 2022 comenzó la era Jaume Ponsarnau, cumpliendo con creces el objetivo de la permanencia en la ACB y con un Salgado a su lado que expresa el deseo de “poder vivir otros mil partidos más”.