Llegaba el Surne Bilbao Basket a Valencia cabizbajo, inmerso en un estado de profunda preocupación, agobiado por su racha de seis derrotas consecutivas, alguna de ellas especialmente dolorosa, de las que resquebrajan la confianza de cualquiera. Quien más quien menos consideraba misión imposible el asalto a la Fuente de San Luis en esas circunstancias y se miraba un poco más allá, a que pasara ese partido para llegar al tramo de calendario más asequible. Pero lo que hicieron los hombres de negro fue firmar una resurrección a lo bestia (79-85), apretar los dientes, remangarse y protagonizar una campanada que ofrece muchísimo oxígeno a sus necesitados pulmones.

El conjunto de Jaume Ponsarnau jugó un partidazo. Incontestable. De principio a fin. Venía de meter solo 43 puntos contra Unicaja en casa, su peor anotación histórica, y a los de Álex Mumbrú les facturó casi el doble sin Tryggvi Hlinason para derrotar a un rival cuya teórica superioridad de físico y de recursos es notable. Los visitantes mandaron en el luminoso durante más de 39 minutos, llegaron a gozar de ventajas superiores a los diez puntos, aguantaron con aplomo todos y cada uno de los intentos de remontada de los taronjas y en el cuarto final dieron el do de pecho cuando parecía que su intento de rebelión podía quedarse en otro casi.

Del 73-75 a 4:10 del final que amenazaba con ser el final de su ilusionante propuesta al 73-83 a 49 segundos del final. En ese momento hubo cierto miedo a ganar y el fantasma de lo acontecido en Badalona sobrevoló por momentos la Fonteta (79-83 a 18 segundos del final tras triplazo de Semi Ojeleye), pero Melwin Pantzar, extraordinario, evitó la zozobra, coronando su actuación con los dos tiros libres de la victoria, directos a la red.

El base sueco, Sacha Killeya-Jones y Thijs De Ridder formaron el tridente principal sobre el que se sustentó el partidazo de los bilbainos. Juventud al poder. Lo de Pantzar fue un escándalo, con 23 puntos en otros tantos minutos con un solo fallo para firmar su mejor anotación en la Liga Endesa, siendo un tormento para los bases rivales. El pívot, con mucho más acierto que en anteriores compromisos, tiró del carro en ataque en los dos primeros cuartos (sus 16 puntos llegaron antes del descanso) y fue el gran bastión interior (ocho rebotes y tres tapones) junto al ala-pívot belga.

Lo de De Ridder merece mención aparte, porque en un momento de necesidad en la rotación interior no solo dio un paso al frente, sino un gran salto. Sumó catorce créditos de valoración en el acto final, el de la verdad, donde llegaron nueve de sus 14 puntos, tres de sus seis rebotes y dos de sus tres robos. Un tesoro, como también lo fueron los diez puntos de Álex Reyes, con varias acciones de vital importancia en los momentos más calientes.

BUEN ARRANQUE

La contienda tuvo un arranque inesperado, pues las constantes pérdidas de los anfitriones, varias de ellas en primeras líneas de pase, permitieron correr al conjunto vizcaino, obligando en cuatro minutos a Mumbrú a pedir tiempo muerto con un 0-9 en el luminoso y con todos los puntos facturados por Killeya-Jones. Evidentemente, en el momento en el que las pérdidas aparecieron en las filas de los de Ponsarnau, que sufrían con el rebote defensivo, el marcador no tardó en equilibrarse. El relevo de Georgios Tsalmpouris en el puesto de pívot no fue productivo ni en ataque ni en defensa, dando excesivas facilidades a Brandon Davies, y el Valencia Basket logró su única ventaja (16-15) a 1:30 del final de un primer cuarto al que se llegó con 17-19.

Con Pantzar extraordinario robando bolas, dirigiendo y penetrando a canasta y Reyes y De Ridder inaugurando el epígrafe de triples, el Surne Bilbao Basket se permitió soñar. Su impulso llegó hasta el 21-34 a 6:31 del descanso, pero Mumbrú recurrió al físico para que la contienda no se le fuera de las manos. Con Oyeleje, Damien Inglis y Davies en pista, el conjunto vizcaino sufrió en ataque mientras los anfitriones encontraban buenas opciones para anotar. Killeya-Jones fue muy importante en esos minutos de resistencia, llegándose al ecuador de la contienda con un 39-43 que seguía siendo excelente.

APLOMO

En la reanudación, con el base sueco desatado y firmando un dos más uno y un triple, el conjunto vizcaino coqueteó con la posibilidad de recuperar ventajas de dobles dígitos. Hasta dos ataques tuvo para lograrlo, pero no sacó nada en claro. Con un quinteto poco resolutivo en ataque (Renfroe, Smith, Rabaseda, Andersson y Tsalmpouris), el Valencia Basket empezó las labores de remontada con Chris Jones percutiendo al poste ante un Renfroe con cuatro faltas. Ponsarnau paró el duelo con el 50-52 a 3:29 de la conclusión del tercer cuarto y hasta los diez minutos finales hubo intercambio de canastas para un 59-60 que dejaba todo por decidir.

Entre Kristian Kullamae, Pantzar y un excelente De Ridder volvieron a dar aire a los visitantes que, sin embargo, entraron pronto en problemas de faltas y permitieron demasiados viajes de los anfitriones a la línea de tiros libres. El triple de Reyes que colocó el 67-75 a 5:50 del final era una invitación a soñar, pero encajar tres mates seguidos, dos de ellos tras pérdida, dibujó un nuevo horizonte. Con el 73-75 a 4:10 del final, parecía que el Bilbao Basket iba a quedarse de nuevo en la orilla, pero entre Smith, De Ridder y Reyes colocaron el 73-83 y esta vez hubo final feliz.