No pueden faltar en cualquier viaje a Sevilla las visitas a la Plaza de España, la Torre del Oro y la famosa Giralda, pero quien se desplace el fin de semana que viene para ver cómo (esperemos) el Athletic gana la Copa del Rey, no debe dejar de descubrir la Judería de la ciudad, menos conocida que Triana, pero ideal para potear entre calles estrechas, bellas y llenas de detalles, así como quedarse deslumbrado con las iglesias de Santa María la Blanca y El Salvador.

Resulta obligado disfrutar en Sevilla del parque de María Luisa, la Torre del Oro, su imponente Giralda, los Reales Alcázares o su maravillosa Plaza de España, obra cumbre de Aníbal González y toda luz y majestuosidad. Mitad plaza y palacio, sus proporciones son fastuosas -superficie de 50.000 metros cuadrados- y cuenta con un canal que puede recorrerse en barca. Homenaje de España a América, resulta foto obligada el banco de azulejos que representa a Bizkaia.

Y aunque el barrio de Triana rezuma sabor popular, no le va a la zaga la zona de la Judería andaluza, que sobrevive siglos después y ofrece huellas del pasado hebreo en los barrios de Santa Cruz y San Bartolomé, en sus recogidos patios, sus flores coloristas y embriagadoras de azahar, sus calles estrechas, casas encaladas, rejas en las ventanas y múltiples plazoletas con estatuas dedicadas a personajes reales o ficticios, como Juan Tenorio.

Y a los admiradores de la arquitectura religiosa les recomendamos una visita a la iglesia de Santa María la Blanca, templo barroco antaño sinagoga y que se mantiene como perfecto ejemplo de las culturas árabe, judía y cristiana. 

Si se dispone de más tiempo, la visita puede ampliarse a la iglesia de El Salvador o Catedral, que cierra el domingo. Su importancia en la Archidiócesis no solo se encuentra en su rico patrimonio cultural, que incluye retablos, esculturas, pinturas, tejidos o libros corales, sino también en su peculiar historia, que une las culturas romana, visigoda, árabe y cristiana.