Por el Athletic se hace cualquier cosa. Desde vender el colchón para costearse los gastos de una final hasta celebrar cada victoria subiendo al monte Serantes desde Getxo. Precisamente, esta última es la liturgia que cumplen a rajatabla dos amigos de Algorta -aunque naturales de Lutxana-Barakaldo y Lamiako- como son José Ramón Ramos y Alfredo Olabegoia, de 72 y 75 años, respectivamente. Ambos están jubilados y cada vez que el Athletic conquista un triunfo, se enfundan la camiseta rojiblanca y las zapatillas de trekking para iniciar su particular expedición al Serantes (451 metros de altitud). 

Una peregrinación que tiene como punto de partida Bidezabal, donde residen, y que tiene como nudo de conexión con la margen izquierda el Puente Colgante. “A veces vamos hasta Las Arenas andando y otras en metro”, apunta José Ramón. En total, 16 kilómetros de recorrido que completan en algo menos de cuatro horas. Una idea que empezaron hace ocho años y a la que han sido fieles todo este tiempo, porque el compromiso a unos colores no se negocia. “No hemos fallado ningún día”, asegura José Ramón, que guarda en su teléfono infinidad de fotografías en la cima indicando cada uno de los resultados de los leones. Eso sí, tienen en cuenta el factor tiempo. “Siempre subimos por la mañana y cuando hace buen tiempo”, expone. Por eso cuando el equipo está en racha, como este año, se les acumulan las subidas. ¡Bendita agenda apretada! La singularidad de su tradición les ha hecho muy populares. “La gente nos ve con la camiseta aunque no sea día de partido y nos saludan, ya nos conocen”, relatan. Su buena condición física se debe a que José Ramón es aficionado al monte desde hace tiempo y a que cumple cada día con una rutina de 12 kilómetros diarios andando, mientras que Alfredo es un especialista en Ironman que, incluso, ha completado la ruta 66 en bicicleta. No obstante, a la hora de afrontar cada ascensión, siempre escogen la ruta que mejor se adapta a sus condiciones. “Vamos por la carretera en vez de por la ladera para no fastidiarnos las rodillas al bajar ni caernos”, indican estos dos intrépidos athleticzales.

Como son gente de costumbres fijas, su itinerario incluye siempre una parada técnica a la vuelta en un bar de la localidad marinera para reponer fuerzas. “Siempre llevo unas almendras para el camino, pero luego solemos parar a tomar un pintxo y un txakoli, es como un ritual”, reconoce José Ramón, que lleva 18 años como socio del Athletic Club. 

Una afición futbolística que no le viene de cuna, sino que se ha ido acrecentando con el paso de los años. “De joven jugaba a fútbol, pero no era buen jugador. Era defensa y duro. Luego más adelante, por motivos laborales, no tenía mucho tiempo para poder ir a ver al Athletic. Sin embargo, ahora voy siempre con alguno de mis nietos y con Alfredo. Les compro siempre el bocadillo en el mismo bar de la calle Urquijo, donde además, si gana el Athletic, te dan un vale y el bocadillo del siguiente partido es gratis. Somos gente de tradiciones”, sostiene.

También en casa ya saben lo que toca cuando gana el Athletic. “Mi mujer me suele decir: ¿qué hoy vas a celebrar el partido?”, relata este aficionado rojiblanco que ha tenido la suerte de estar en dos finales del club bilbaino. Una en Sevilla, frente a la Real Sociedad, “un partido de ingrato recuerdo” y la otra en Valencia frente al Barcelona. Ahora cruza los dedos y mueve hilos en la capital andaluza para disponer de una entrada para La Cartuja el próximo 6 de abril. “Tenemos amigos en Sevilla, a ver si hay suerte y podemos volver a estar allí. La otra vez nos lo pasamos genial. Estuvimos incluso en la Feria de Abril y nos trataron de maravilla”, recuerda. Una nueva oportunidad de ganar un título que se resiste desde hace 40 años y que ha despertado la ilusión entre la parroquia rojiblanca. “Cuando vi que eliminaban a la Real Sociedad fue un alivio. Hubiera sido muy duro volver a perder una final contra ellos”, apuntan mientras contemplan con ilusión, desde la cima del Serantes, la ría del Nervión por donde bajaba una gabarra...