LO que yo recuerdo de las campañas anteriores es un inusitado interés político de la población. Incluso los que optaban por la abstención política se quejaban del excesivo bombardeo publicitario en torno a las campañas electorales (y con los resultados en mano, quejarse después más que nadie; un clásico). Esta ocasión es diferente: la final del Athletic Club, el paseo triunfal por la ría –sobre todo, en territorio vizcaino– y el fallecimiento de quien fuera lehendakari, José Antonio Ardanza. Todo ello sumado a la agresión de Irán en respuesta al ataque israelí contra la embajada iraní en el Líbano, han eclipsado la campaña electoral.

Con todo, tan atípico como lo anterior está siendo la estrategia de EH BIldu a cuenta de su perfil marcadamente plano; tanto es así que parece ajeno al pasado, y eso que sus dirigentes son los mismos de las anteriores elecciones: el ideólogo de esta etapa, el ahora candidato Pello Otxandiano es miembro destacado de Sortu, brazo imperante en la coalición. Arnaldo Otegi hace de contrapunto electoral, casi tapando a su candidato plano, pero con la trayectoria de infausto recuerdo. Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu sustituyendo a Otegi; o David Pla, último responsable de ETA antes de su disolución, ahora responsable del Marco de Orientación Estratégica y vicesecretario general tercero de Sortu. Etcétera.

A esta izquierda parece sumarse buena parte del electorado de la extrema izquierda española. Los seis escaños actuales de Elkarrekin Podemos apuntan a que se los lleve EH Bildu, cosa inédita en lo que respecta la acumulación de fuerza electoral de la izquierda, proclive a la división, lo que acentuaría el perfil de extrema izquierda en EH Bildu. La coalición Sumar no sumaría; a lo sumo aspira a un escaño. En cuanto al PP, también modera su mensaje. Lo saben bien: quien se agita, no saldrá en la foto.

Y atípica ha resultado la renovación generalizada de los candidatos así como la dinámica electoral de guante blanco –aunque a veces sea táctica– frente a lo que vemos en otras latitudes. Los contenidos de la campaña me parecen anodinos, a pesar de que la bolsa de indecisos se acerca al 30% con mucho voto útil por decidir. Eso sí, las encuestas muestran la preferencia por Imanol Pradales para liderar este país.

Campaña electoral, en fin, atípica porque los logros habidos en la era Urkullu en coalición, no han sido el centro de la campaña. El desgaste electoral de tantos años de gobierno solo puede atemperarse a base de de popularizar los logros contantes y sonantes que atraigan indecisos y nuevos votantes. Sobre todo, si los logros son de calado.

Quiero terminar con un detalle no menor en clave de convivencia. Ante el fallecimiento de José Antonio Ardanza, ha existido unanimidad en el reconocimiento sincero a su figura y perfil humano por parte de todos los rivales electorales.

Este gesto dignifica la política y honra a quienes concurren a estas elecciones.